El comportamiento del invierno en la Sierra como en la Costa ecuatoriana es de completa ausencia de lluvias, pudiéndose presentar una posible emergencia de déficit hídrico en el 2020. Qué nos hace falta para entender esta extrema situación, que ya resultan irreversibles como la propagación de incendios acaecidos en la Amazonia el 2019 (91.893 incendios en Brasil, 20.266 en Bolivia?, 14.469 en Colombia?, 397 en Ecuador?, 903 incendios en Guyana?, 11 incendios en Guayana Francesa?, 7.476 incendios en Perú,? y finalmente 162 incendios en Suriname), habiendo alcanzado una extensión de 30 mil km2. Lo de Australia ya no tiene nombre, se registra una extensión incendiada de 10 millones de hectáreas, ambos casos son 6,5 veces el territorio de Manabí.
En diciembre del 2015 la ONU y los 195 países miembros firmaron el primer acuerdo en la conferencia sobre el Clima en París denominada COP21, proponiéndose evitar un cambio climático peligroso, estableciendo un plan de acción mundial que pone límite al calentamiento global muy por debajo de 2 ºC. Antes de este acuerdo se plantearon acciones con el Fondo Mundial Ambiental (GEF) y el Estado ecuatoriano, en fortalecimiento de la gobernanza hídrica, educación de la población, monitoreo de las condiciones climáticas, implementación de sistemas de alerta temprana, imprimir un fuerte ordenamiento territorial, que teóricamente suenan bien, pero en la práctica han resultado mínimas implementaciones.
Manabí es una de las provincias con el menor índice de áreas protegidas, apenas alcanza un 6% del territorio provincial, muy por debajo del 20% del nivel nacional; por lo que el calentamiento global se combate con capacidades resilientes, incrementando capacidad boscosa y áreas protegidas en todo el territorio. ¿Qué estamos haciendo para evitarlo o combatir el calentamiento global? Se diría que casi nada, más bien estamos minando la vida natural del planeta y una de las especies que la provoca es la humana, que a su vez es la más afectada.