“Actualmente, la infidelidad no distingue género, estatus, ni edad.
La infidelidad es una herida que necesita medicina y tiempo para sanar. Esta “enfermedad” la podemos padecer todos en algún momento de la vida.
En un reencuentro de amigos, uno señalaba que todos los hombres son infieles y que buscan en la calle lo que no encuentran en la casa. Una amiga le refutaba que a veces, teniendo todo y siendo felices, son capaces de buscar relaciones furtivas.
Hay quienes se acostumbran a vivir de infidelidad en infidelidad sin importar el daño que causen a su pareja o a los hijos que pudieran tener.
Algunos han llegado hasta a buscar ayuda psicológica para superar el dolor, otros se meten de lleno al gimnasio o a otra actividad para mantener la mente ocupada, hay quienes buscan en el alcohol la solución.
Creo que el mayor antídoto contra la infidelidad es el amor verdadero; si a esto se suman principios sólidos y valores, podemos evitar caer en tentaciones que nos pueden lastimar o hacer daño a otros.
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