Al inicio muchos consideraron la drástica decisión como “un salto al vacío”. Dos décadas después la dolarización es protegida por gobiernos de distintas tendencias como política de Estado porque estabilizó nuestra economía, fortalecida por mejores precios del crudo. La elevación de los costos de producción obligó al sector productivo a ser más eficiente (camaroneros, bananeros, floricultores).
Con relación a los países vecinos nos perjudicamos por el incremento en el costo de bienes y servicios, pero nos favoreció el tipo de cambio por la estabilidad del dólar frente a las devaluaciones de sus monedas nacionales. Tenemos ventajas cuando les compramos, pero somos menos competitivos para venderles nuestros productos no petroleros.
El establecimiento del dólar en Panamá ha sido posible gracias al largo tiempo de adoptado, en sus inicios como condición por las grandes inversiones de Estados Unidos. En El Salvador la dolarización se afianza en las remesas de dólares de sus migrantes con ingresos anuales sobre los 5.000 millones de dólares, duplicando lo que recibe Ecuador por el mismo concepto.
Al tener igual moneda los tres países, supondría una similitud en precios de artículos de primera necesidad y otros menos prioritarios, pero no es así debido a sus propias condiciones. Tomando datos actualizados del costo de alimentos, bebidas, combustibles, autos, vestimenta, vivienda, etc., disponibles en la página preciosmundi, vemos que Ecuador tiene los precios más bajos en alimentos y bebidas (deduciendo que pueda deberse en parte al subsidio de los combustibles), al igual que el alquiler de viviendas. Por el contrario, vestimenta, calzado, autos y productos importados son más elevados que en los otros dos países.
En todo caso, Panamá resulta ser el más costoso de los tres, posiblemente porque los panameños tienen mayor capacidad adquisitiva, pues su salario mensual promedio es más elevado (710 dólares) que los 400 de El Salvador y los 520 de Ecuador.