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La cueva del  diablo
La cueva del diablo
Por: Yuri Hernández Mendoza

Sábado 11 Enero 2020 | 04:00

Los primeros habitantes del cantón Junín avistaron un peñasco aproximadamente de unos 20 metros que animó a los pobladores a visitarlo, observaron el ingreso a tres cuevas, en la más grande había siete repartos totalmente oscuros y húmedos habitados por murciélagos y un fuerte olor a azufre, la entrada a la cueva tenía apenas un metro de altura, que obligaba a entrar en cuclillas, el agua que emanaba era salada.

Las otras cuevas tenían similares indicaciones. Se dice que un camarón de oro es el guardián del recinto que lo interpreta la Cueva del diablo como un paraje bello, agreste, enigmático, que rodea las cuevas cargado de misterios. Entonces nace la famosa leyenda del imaginario manabita, recopilada por el escritor Juan Vergara Alcívar, que fuera publicada en El Diario V-4-94.

“Según la leyenda, ‘el diablo’ año tras año celebra su onomástico, al cual invitaba solo a damas del pueblo de Junín, cuya consigna era no llevar niños. Pero en una ocasión una de ellas violó esa prohibición y metió a su niño bajo las sayas. Mientras el diablo bailaba con la dama, decía: “hunde”, “hunde” y el piso se iba hundiendo. El niño curioso levantó la falda de su madre y le dijo que el hombre elegante con el que bailaba tenía ‘espuelas como el gallo’, armando el alboroto, el malo huyó de las mujeres que le perseguían, prometiéndose jamás hacer trato con ese género”.
Más allá de esta memoria colectiva, en Manabí existen cuevas inexploradas que atesoran y testimonian la presencia de los primeros grupos humanos en nuestro territorio provincial. Y su estudio nos acercaría a las teorías de los arqueólogos Paul River (francés), autor del libro “Origen del hombre americano”, y Presley  Norton de EE.UU., que señalan su existencia hace 12 A 8.000 A.P. (hasta la presente fecha) es decir en el periodo Paleo-Indio.
Sobre este tema resaltamos el trabajo investigativo desde hace 8 años de Jaime Alcívar Intriago. Que en su análisis registra hasta el momento 42 cuevas, en su mayoría con inscripciones de arte rupestre (pintura). Este aporte investigativo debe conducirnos a patentar nuestras historias cantonales y provincial. Esperando que otros estudiosos de la materia ingresen sus comentarios que den más luz.
Aquí mi invocación a la Subsecretaria Técnica De Memoria Social y el INPC, impulsen estos proyectos que sin duda revelarían el verdadero origen de nuestra ancestralidad humana y cultural ¡¡Manos a la Obra!! 
 
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