En la historia deportiva nacional, Manabí ha sido la cuna de muchos campeones en todas las disciplinas. Hay nombres emblemáticos, como el de José Cedeño, campeón mundial de taekwondo en 1982; o los de seleccionados nacionales que han participado con éxito en torneos internacionales. Sería injusto no nombrar a tantos deportistas que se han vestido de gloria.

Delfín acaba de coronarse como el primer equipo manabita en ser campeón nacional de la Serie A y Liga de Portoviejo se ubicó segundo en la Serie B. Son logros que alegran a una provincia que tiene mucho potencial.

En la mayoría de los casos, los deportistas manabitas que se han destacado entrenaron con los recursos familiares, con presupuestos escasos y bajo condiciones difíciles.

Las instituciones, como los municipios y las ligas deportivas, deberían preocuparse más por respaldar los procesos de formación. Un deportista puede rendir por sus aptitudes personales, pero siempre será mejor si sus cualidades se apoyan con un proceso que lo desarrolle y encamine.

Este es un desafío. Las escuelas deportivas no deben reducir su actividad a cursos invernales o a eventos vacacionales; deben convertirse en instituciones que capten talentos y los lleven a ser mejores.