De seguro los protocolos legales señalan cómo identificar a unos y otros; sin embargo, es necesario insistir en ello porque en muchas ocasiones los traficantes de drogas se amparan en el hecho de que se les encontró poca cantidad en su poder para asegurar que son consumidores. Y, como la ley considera que el consumo es una enfermedad, no un delito, quedan libres con este argumento.

Primero, la Fiscalía debe investigar bien cada caso. Luego, decidir el destino de quien haya sido detenido, que en ningún caso debe ser enviado directamente a su casa. Si se descubre que es traficante de drogas, deben mandarlo a la cárcel; si resulta ser un adicto, debe ir directo a un centro de recuperación para narcóticos.

De esta forma, se evita que quienes son detenidos por porte de sustancias prohibidas vuelvan a las calles a traficar o se sumerjan aún más en la adicción.

El consumo de drogas se ha convertido en un problema serio para la sociedad, pues hay casos recurrentes que, sin embargo, no tienen atención de las instituciones de salud pública. El sistema sanitario deja en manos de las familias una solución costosa y difícil.