Actualizado hace: 936 días 23 horas 13 minutos
Leonardo Moreira Delgado
Cumplí y miento

Jueves 05 Diciembre 2019 | 04:00

Ya no se requiere remontarnos al origen francés del “bureaucratie”, para definir en nuestro país el término burocracia, integrada literalmente por una oficina, un escritorio y un funcionario de gobierno, cuyo modelo de gestión, en las sociedades modernas, parece ser que ya no va más, o al menos deben reducirse su capacidad de poder omnipresente en la administración pública. 

Casi al unísono, la mayoría de ciudadanos se queja de la burocracia, paradójicamente los mismos funcionarios y administradores de la cosa pública, desde las provincias, cantones y parroquias, en ese orden ascendente y descendente de gestión. Insólitamente los propios burócratas, cuando tienen raramente la necesidad de hacer un trámite en otra dependencia pública del Estado.
Es sorprendente escuchar quejarse con frecuencia a ciertas autoridades de gobierno, cuando llegan a un ministerio, a un municipio o a una institución pública, justificar inverosímilmente que no pueden cumplir sus objetivos y promesas políticas porque la burocracia, que generalmente está allí, al decir cumpliendo consignas de los antecesores, lo impide todo y, así de gobierno en gobierno, se incumple y se miente.
Pero en realidad, ¿es la burocracia el problema en la administración deficiente de un ente gubernamental? ¿O son los políticos de turno, que por ignorancia e improvisación no logran terminar con este gran cáncer que padece el Estado? ¿O en su infecto, se hacen a las conveniencias para provecho personal? En definitiva, parece ser que estamos ante un círculo vicioso, donde lo más cómodo es jugar con la pretensión de mentir e incumplir. 
Siendo necesaria la burocracia en la organización de un Estado eficiente, los burócratas desde adentro tienen que luchar para que, con sus ejemplos de trabajos serios y honestos, al menos disminuyan, si no pueden erradicar, esa asociación común de ineficiencia, pereza y derroche de medios, que generalmente se percibe en la imaginación popular.
Dentro de la administración alternativa, este sistema tiene connotaciones positivas que se caracterizan por “carismáticas”. Por eso, no en vano el sociólogo alemán Max Weber definió a la burocracia como una forma de organización que realza la precisión, la velocidad, la claridad, la regularidad, la exactitud y la eficiencia, consecuciones en veremos, si se cumple éticamente con el Estado.
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