En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2019, COP25, ante el órgano de decisión supremo de la Convención Marco sobre cambio climático, Ecuador trata, entre otros tópicos, sobre conservación y cuidado del clima; y, en un tuit, el primer mandatario indica que expondrá acciones de responsabilidad con el país, el planeta y el futuro de la humanidad, con el hashtag #TiempoDeActuar.  Y uno se pone a pensar, ¿cómo puede un Gobierno de política extractivista que ha concesionado a las empresas mineras cientos de hectáreas de páramos, bosques nativos, de selva amazónica y de áreas naturales de gran endemismo, hablar de estos temas? En efecto, nuestro país, que tiene una de las tasas más altas de deforestación en Sudamérica, 61.000 hectáreas por año, según datos oficiales, donde la frontera agrícola y la tala ilegal de árboles van ganando la batalla, pareciera no estar comprometido con los objetivos del COP25; sin embargo, allí está el presidente Moreno y aunque su discurso difiera de su ejecución política, por lo menos su participación le permitirá adquirir mayor conciencia sobre el accionar antropogénico y la intensificación del efecto invernadero, así como la importancia de conservar los espacios naturales del país.  Pero, de nada sirve dar lecciones y figurar a nivel internacional, si puertas adentro, 7,5% del territorio nacional está concesionado según ARCOM y cuando el Ministerio de Minas plantea abrir el catastro minero en 2020; de hecho, en este gobierno pocos parecerían estar comprometidos con el planeta, recordemos que en julio se cortaron varios ceibos y árboles de palo santo por un proyecto de energía en la zona de Cerro de Hojas-Jaboncillo y las denuncias de este tipo son frecuentes.  Por otro lado, qué agradable contar con personas realmente comprometidas con el medio ambiente, las que, sin buscar réditos políticos o visibilidad social, hablan con hechos; un ejemplo de aquello es el colectivo Manta respira, que, con el apoyo ciudadano, ha sembrado de manera estratégica plantas de olivo negro, guayacán, ceibo, mango, algarrobo, ficus, acacia y otros géneros en terrenos baldíos; así, La Poza, tiene un contraste de verdor frente al mar, lo que brinda protección del sol, hogar y alimento a la fauna silvestre: lagartijas, rapaces, ardillas y otras especies.  Obras concretas contra el cambio climático requieren una obligación moral muy fuerte, como lo dice el filósofo del siglo Peter Singer.