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Willian Alexander Tapia Vélez
Hablemos de libertad

El excesivo paternalismo del Estado, aunque a muchos les incomode, nunca ha dado grandes y reales beneficios a la sociedad (sobre todo contemplando proyecciones de déficit fiscal de 6 mil millones de dólares); por el contrario, ha conducido a debacles económicas y crisis humanitarias en países potencialmente productivos, por ejemplo, Venezuela.

Viernes 22 Noviembre 2019 | 04:00

 El excesivo paternalismo del Estado, aunque a muchos les incomode, nunca ha dado grandes y reales beneficios a la sociedad (sobre todo contemplando proyecciones de déficit fiscal de 6 mil millones de dólares); por el contrario, ha conducido a debacles económicas y crisis humanitarias en países potencialmente productivos, por ejemplo, Venezuela. 

Es entendible que se conozca poco de temas políticos en un contexto en el que se evidencia el desinterés por comprender la forma en la que se dinamiza la economía. Esto hace más difícil tomar buenas decisiones al momento de pararnos frente a la papeleta y elegir a nuestros representantes. En consecuencia, optamos por demagogos oportunistas con discursos populistas, que utilizan la política como un medio para obtener dinero o poder, y que nos convencen de ser la solución a los conflictos nacionales, mientras se sirven de aquello que nos pertenece a todos y todas.
Por eso, creo que es el momento oportuno para hablar de libertad, discutirlo cotidianamente y pensar en el modelo de país que queremos construir. Para ello debemos superar el absurdo debate correísta-anticorreísta y empezar a preocuparnos por el Ecuador del que queremos ser parte, el que heredaremos a nuestros hijos, al que no le interesan los conceptos rígidos de izquierda y derecha, puesto que son obsoletos. Es momento de plantear nuevos modelos económicos y políticos como alternativa para enfrentar una realidad y un futuro preocupantes. 
Habría sido un paso importante sanear la economía a través de la eliminación del subsidio a los combustibles y preparar el terreno para inmiscuirnos en el desarrollo de una economía liberal; y no me refiero al capitalismo de compadres ya vivido en el siglo pasado, ese que nos hizo tanto daño. Me refiero a tomar las riendas que países como Suiza, Australia, Canadá o Irlanda han tomado al decidir practicar economías más libres, evidenciando grandes resultados en la calidad de vida de su gente y siendo considerados como países prósperos, o muy cercanos a serlo. 
En este contexto, nos percataremos que los países con mayor intervención estatal son aquellos que tienen peores condiciones de vida. No quiero ser simplista, porque evidentemente el resultado de una política económica no solo depende de la medida en sí misma, sino de una gran diversidad de elementos que generan realidades distintas; pero al menos, cansado de los discursos populistas de izquierda y de derecha, creo que es indispensable que hablemos de libertad.
 
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