Durante años, habitantes de algunas zonas de Portoviejo se han quejado de que por las noches, y de manera recurrente los fines de semana, personas ocupan las calles y organizan algazaras. Y no es solamente por el consumo de licor, sino que ello conlleva la instalación de parlantes a todo volumen, peleas e incluso actos reñidos con la moral.

La inseguridad y la insalubridad son, también, consecuencias de estas conductas.

No existe en la ciudad un espacio específico para ello, al que pueda considerarse una zona rosa; lo que hay son sectores residenciales sin regulaciones precisas, en los que los centros de diversión comparten con viviendas y establecimientos educativos.

Es menester que se revisen las ordenanzas y se hagan los controles en las calles, de manera que no se afecte a quienes tienen sus viviendas en esos lugares ni a los dueños de los negocios como restaurantes y bares. Esto es posible con regulación, vigilancia y sanciones para los contraventores.

Si no se aplican medidas sancionatorias, de nada servirá la reforma a la ordenanza y terminará por convertirse en letra muerta.