Las ferias para promocionar la producción manabita, como la que se realizó la semana anterior en Portoviejo, son un estímulo para los emprendedores, pero para este tipo de eventos debe asegurarse la presencia de compradores.
Esos compradores, necesariamente, tienen que ser representantes de almacenes y de cadenas comerciales nacionales que, al mostrar interés por los productos que se elaboran en la provincia, tengan capacidad de negociar y decidir una posible compra.
Un evento de esta naturaleza debería ir acompañado de un trabajo que, a partir del trazado de una meta cuantificable, contacte a los empresarios y a los emprendedores, los comprometa y les ofrezca las facilidades para llevar sus negocios a buen término.
Tanto para quien la organiza como para quien participa en ella, una feria es una oportunidad de obtener réditos y, al mismo tiempo, un propósito que demanda un gran esfuerzo. Son, en el caso de Manabí, una gran opción para contribuir a la reactivación que tanta falta hace hoy, a 43 meses del terremoto. Esto hace que cualquier iniciativa en este sentido merezca el aplauso de la colectividad.
No obstante, hay que incrementar su nivel a través de ruedas de negocios y contactos comerciales, para que no se quede en actividades de casa adentro.