Manabí tiene la red vial más extensa del país, con 1.141,78 kilómetros que no solamente requieren bacheo, limpieza de espaldones y sistemas de drenaje, sino que tienen problemas más complejos.

En algunas vías, la carpeta de rodadura está deteriorada y esto afecta la resistencia de deslizamiento de los vehículos. Hay tramos que tienen fisuras y baches, pero también ocurren problemas más graves como deslizamientos, hundimientos y carriles cortados.

Los demarcadores y la señalética también suelen deteriorarse, e incluso desaparecer.

Existen ejemplos de deterioro de la capacidad retroreflectiva y/o fosforescente de las señales e instrumentos de orientación y señalética del conductor y los usuarios de las vías. En general, la señalización vertical y horizontal está afectada.

En estas condiciones, existe un retroceso en el servicio vial que presta el Estado, y las carreteras se convierten en un peligro, a tal punto que no son pocos los casos en que su mal estado ha causado accidentes.

Un problema así requiere soluciones definitivas o de calidad, y no parches o bacheos emergentes. 

El gobierno y el Ministerio de Transporte le deben una solución a Manabí.