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Keyla Alarcón Q.
Día de muertos

Sobre la muerte se ha dicho mucho y con motivo del 2 de noviembre, Día de los Difuntos, hago una corta reminiscencia.

Miércoles 06 Noviembre 2019 | 11:50

 Sobre la muerte se ha dicho mucho y con motivo del 2 de noviembre, Día de los Difuntos, hago una corta reminiscencia. 

Para el alemán Heidegger la conciencia de la mortalidad es la que permite al humano “ser” y vivir en autenticidad antes de que acabe el proyecto de vida; la imposición de la muerte y la noción de finitud, que cada uno debe afrontar, según el filósofo, otorga libertad para conducir la existencia de manera auténtica. Cuando se le pregunta a Chopra sobre cómo superar el temor a morir, el gurú coincide en que el falso ego y la ilusoria identidad son las causantes del temor y que entender el reciclaje del universo y trasladar la personalidad a un estado universal ayudará a aceptarla.  Y Osho concuerda en que la muerte y la conciencia de su condición de intrínseca al ser humano permite liberarse del apego, la identificación o las “reglas” que dan una presencia en el circo del mundo, donde las personas nos perdemos como actores anónimos.
La especie humana, a lo largo de su historia, ha afrontado el tema de la muerte de diferentes maneras: con celebración y llanto, con meditación y evasión, con esperanza de resucitar o de reencarnar, de ir al cielo o resignados al infierno, entre tantas otras posibilidades, dependiendo de la cultura y la religión; sin embargo, mientras no se tenga esa verdad, creería yo, como dice el mismo Osho, se requiere conocimiento para usar bien la vida porque “un ignorante no puede ni usar la vida, en cambio un iluminado puede usar incluso la muerte”. 
Esto, haciendo un aparte de aquellas escuelas iniciáticas que dicen que el aquí y el ahora es una ilusión y que la verdadera vida está en otra dimensión. Claro, fácil es leer y discurrir al respecto, lo difícil, espiritualmente hablando, es afrontar ese límite; o, departiendo desde la antropología, evolucionar en la aceptación de ese camino desconocido.  Casi todos, al final del día, tenemos miedo a morir. 
Esta reflexión en el marco del 2 de noviembre, que en nuestro país mestizo faculta una simbiosis entre lo ancestral y lo católico y que, con independencia del rito, motiva a que miles de familias recuerden a quienes se han adelantado. 
Hasta que toque la hora y no haya otra certeza, disfrutemos de nuestros seres queridos y amémoslos en este momento; qué bonito también, al igual que algunos iluminados, seguir en el peregrinaje de buscador de propósitos y en esa aventura no perder la alegría. Volviendo a Bhagwan Shree Rajneesh, que me encanta, el descubrimiento está en la meditación y en el amor.
 
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