No es la pésima imagen que se envía al mundo cuando se entera que los desacuerdos no se arreglan alrededor de una mesa de trabajo.
Esta lista de pesares que ya sería suficiente para lesionar la economía de un país, sin embargo eso no fue lo peor. Las lecciones más dolorosas que nos deja el paro indígena, son otras.
Una es saber que un grupo humano puede parar un país sin que importe que esa paralización afecte a millones que nada tienen que ver con los temas en disputa. La otra es el ataque a bienes públicos y privados como si esos bienes fueran seres vivientes culpables de las medidas que se objetan.
Y la otra, que ha impactado a todo mundo, es la expresión de odio intenso de los manifestantes. El general Moreira que estuvo al frente de las Fuerzas Armadas durante los días del paro, declaró a un medio que “ jamás ha visto ese odio en sus 38 años de carrera militar”.
Parecería entonces que Ecuador termina dividido después del paro. Como que vemos las cosas con lentes diferentes que nos llevan a ver la vida también diferente y con dos visiones distintas: la de los indígenas y sus aliados por una parte y por otra, la del resto del país.
A estas alturas, por tanto, el precio de los combustibles realmente luce como ubicado en un segundo plano, opacado y cubierto por esta percepción. Lo importante ahora es unir al país en los grandes temas . El doctor Facundo Manes, famoso neurocientífico argentino con aspiraciones políticas, insiste que “igual que las personas que deben tener un propósito en la vida , lo mismo debe tener un país”.
Y si se cree en eso, un sector de la población no puede buscar la solución a sus problemas causando problemas a otros. Así no avanzamos, ni siquiera nos quedamos en el mismo lugar sino que retrocedemos. El Ecuador, en ese momento, pierde su norte, su brújula y el país, al fin y al cabo, es de todos.