Días de incertidumbre y caos vive el país, a raíz de las protestas de gremios y grupos sociales. Es innegable que entre ellos también se encuentran personajes empujados por el revanchismo político o por la posibilidad de hacerse de potenciales votos para las próximas elecciones.

Los reclamos se han vuelto, incluso, violentos y han dado lugar a actos delictivos como la destrucción de la propiedad privada, robos y agresiones a personas.

La tregua que durante el fin de semana dieron los transportistas a la paralización ha relajado un poco las tensiones, al menos en Manabí, pero se ha advertido que los cierres de vías y otras medidas de hecho continuarán desde hoy.

Preocupa que las partes en conflicto se aferren a sus posiciones y se nieguen a ceder. Y, en medio de esto, el más afectado es el ciudadano común, que se ve imposibilitado de movilizarse y que debe pagar más por servicios como el transporte y bienes que empiezan a escasear; que pierde dinero porque no puede producir; que ha encontrado destruidos sus negocios; o que no puede realizar sus actividades con normalidad.

Es hora de que analicen posturas y se busque una solución, que es lo que el país demanda. De lo contrario, el caos y la violencia podrían llevar a consecuencias como las que se viven en otros estados.