Aunque la sociedad ha progresado mucho en temas de inclusión, la mujer sigue siendo relegada. Ocurre desde el pasado, cuando el hombre era el héroe y la mujer estaba relegada a las tareas del hogar. Sigue ocurriendo cuando en la política la mujer es un objeto decorativo, cuando solo es vista como un símbolo de belleza y no de inteligencia. Cuando no se respetan sus intervenciones, cuando se le hace apagar el micrófono y luego para disminuirla se acude a sus atributos físicos. Lamentablemente, ocurre en todas partes. La mujer, en muchas ocasiones, es disminuida a pesar de las grandes responsabilidades que tenga. Se le asignan tareas menos importantes, se le paga menos a pesar de que haga el mismo trabajo que un hombre, se le ponen más trabas para llegar a la cima. Desde el pasado la niña es la del color rosa, la de la invisibilidad; y el niño es el azul, el valiente. Es hora de cambiar esto, que nuestras mujeres en política demuestren su inteligencia, que tomen sus decisiones propias y no se dejen usar por los hombres.