“Julio Jaramillo se está convirtiendo en un ilustre desconocido.
Bastaría decir que estuve unos días en Guayaquil, visité la estatua de Julio Jaramillo y le puse el brazo en el hombro como si fuéramos amigos de toda la vida.
Bastaría decir que me tomé una fotografía con la estatua, el martes de la semana anterior, y que de fondo se escuchaba “Nuestro juramento” y después tocó el turno de “Fatalidad”. Aquello en un lugar llamado Puerto Santa Ana, al pie del río Guayas.
El jueves volví a Manta y me di de narices con la realidad. Descubrí que Julio Jaramillo se está convirtiendo en un ilustre desconocido. Les pregunté a tres adolescentes si sabían quién era él y ninguno lo supo. Uno pensó que era un político muerto; los dos restantes no se arriesgaron. Adivina adivinador.
Creo que “JJ” merece una mejor suerte. Nos pueden gustar o no sus canciones, pero sin duda es el mayor representante de largo de la música popular en Ecuador.
El tiempo va dejando en el olvido a algunos personajes. Solo quedan sus estatuas para que las caguen las palomas.
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