Esta semana terminamos un taller de lectoescritura y encuadernación en el Centro Cívico Ciudad Alfaro. Fue una actividad reconfortante, participaron más de 20 personas, entre docentes, artistas, escritores y ciudadanía en general, todos ávidos de escribir. Escribir algo, cualquier cosa, nuestras emociones, nuestros miedos, nuestras penas, nuestras alegrías. Hubo ficción, romance, historia, terror y sexo. Hace muchos años también fui tallerista, trabajé en mis textos como si fueran niños, los cuidé, los alimenté, pero también no tuve reparo en confrontarme ante ellos, en cuestionarlos y cuestionarme.