América Latina vive una paradoja. Fue un héroe venezolano, Don Simón Bolívar, el mayor protagonista de lograr la libertad de cinco naciones del yugo español: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, y hoy su propia patria y pueblo debe soportar la dominación por parte de una meznada de aventureros seudo – izquierdistas, herederos del chavismo, que asaltaron el poder en aras de apoderarse de la riqueza petrolera del país que los ha vuelto millonarios y perversos, cumpliéndose la docta palabra del que fuera presidente de Venezuela Dr. Rómulo Betancourt, que llamó al petróleo “la sangre del diablo”, por la ambición que su riqueza y explotación genera.
Así soporta hoy la hermana Venezuela una oprobiosa dictadura, que al ser rechazada por las mayorías implanta un régimen de muerte, terror y escasez que lanza ya hacia países vecinos a cerca de cinco millones de seres humanos, que huyen a pie, por todos los caminos que los aleje del hambre, falta de trabajo, nula educación educativa y médica, y encima, cárcel o muerte sin motivo o juicio al que protesta.
Hoy son miles de encarcelados y expatriados venezolanos que se refugian en Brasil, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, y otros lares que dejan todo atrás, pues ansían vivir en libertad y a falta de recursos huyen a pie, con lo que puedan cargar junto a sus familias; sí, a pie con sacrificios increíbles.
Este es el resultado que logra implantar Maduro y su banda al que no le pueden dar la razón, ni soporte, el sistema Interamericano. Todos los pueblos de las citadas naciones consideran que no se puede soportar tan lesiva ignominia, es hora, que suceda lo que suceda, no podemos seguir soportando los abusos de una banda tan ignominiosa.
Es hora de tomar decisiones a través de la OEA, y que sean apropiadas, para que el pueblo venezolano se libere de un yugo tan nefasto, y que serán aplaudidas por todos los pueblos de América, hermanos siempre por vivir en paz, democráticamente. Bien ayudándose unos a otros, que tiranos perversos no puedan gobernar escudados en deleznables principios de atrabiliaria consistencia, que serán rechazados porque siempre debemos propugnar una América en paz y derechos legítimos para nuestros pueblos democráticamente libres.
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