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El bumerán politiquero
El bumerán politiquero
Por: Leonardo Moreira Delgado
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Miércoles 21 Agosto 2019 | 04:00

La expresión “la vida es un bumerán” o “efecto boomerang” se centra en las acciones del ser humano.

Es decir, todas las ideas, pensamientos, sentimientos que el ser humano siembre, sean positivos o negativos, regresan a la vida del individuo, en ocasiones multiplicados y con graves consecuencias.
Aunque carece de respaldo científico, en la práctica y por los hechos de la vida cotidiana, conscientes o inconscientes, esta realidad es evidente. Existe la “ley de atracción”, que es una potente “fuerza magnética” que atrae aquello que deseamos o no. También el  “factor péndulo”, que implica la oscilación de un cuerpo, desde una posición de equilibrio, determinada por un punto fijo, que oscila hacia un lado y luego hacia el contrario. 
Parece ser que este es el triste escenario que viven quienes gobernaron todos los poderes del Estado de la “República banana” durante más de diez años. Como todas las cosas, donde expusieron sus “mentes lúcidas”, creyeron que el poder  que les otorgó el pueblo para gobernar en democracia era perpetuo y por lo tanto eran poseedores de alguna “divinidad” para hacer “politiqueramente“,  lo que les daba “la regalada gana”.
Con descaro y cinismo, no tienen empacho en declararse perseguidos políticos, cuando la mayoría de líderes sociales, opositores y críticos no solo que fueron perseguidos sin piedad, sino humillados, ultrajados y sentenciados injustamente, en muchos de los casos inventándose hechos inexistentes, con las anuencias y complicidad de asambleístas, jueces y fiscales, que hoy sorprendentemente revelan que “no les quedaba otra”.
Audazmente,  con sobrades y prepotencia, violaron cuantas veces les convenía el estado de derecho. Se tomaron por asaltos las instituciones, como las universidades, construyendo en la inquisición “armas letales” como leyes, reglamentos, acuerdos y disposiciones gubernamentales, ministeriales, legislativas y judiciales, para atemorizar a los ciudadanos y someterlos psicológicamente al silencio, a fin de no fiscalizar sus fechorías, que cometían en perjuicio del erario nacional.
Todas esas armas déspotas, que lanzaron para atentar contra la democracia y el bienestar de los mandantes,  están volviendo a su punto de partida con movimientos giratorios, para hacer justicia, para recontar la verdad y para sanear a Ecuador de esa lacra llamada impunidad.
 
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