Las leyes ecuatorianas rigen para todo el territorio nacional, pero parecen no tener eco en Manabí, porque vemos autoridades y funcionarios actuales y posteriores que siendo observados y/o destituidos siguen sin ser procesados, enjuiciados y algunos hasta continúan en funciones.
Podríamos decir que muchas instituciones públicas, manejadas por malos gobernantes y/o funcionarios han despilfarrado el dinero de los impuestos que nosotros los ecuatorianos pagamos en obras o servicios, siendo utilizados dichos recursos en obras no prioritarias, mal hechas e incluso inexistentes que inclusive servían de aportes a campañas políticas del gobernante de turno, así como también para sus bolsillos personales.
Esa es nuestra realidad, señores, y Manabí no está ajena a la corrupción. Hemos retrocedido en tiempo. ¡Cómo se añora a los manabitas de antaño! Tenían un claro concepto de moral y ética, consiguiendo grandes logros en beneficio de la colectividad, por mencionar dos de ellas, la creación de una institución de recursos hídricos como el CRM y la construcción de una pista de aviación que posteriormente pasó ser el aeropuerto. Con el paso del tiempo y nuevas generaciones se han perdido los valores humanos y las cosas han tomado otro giro, desapareciendo dichas conquistas de antaño, porque así lo permitieron los actuales gobernantes, pasando ser ellos los facilitadores y encubridores del retroceso. Hoy Manabí y su capital Portoviejo no tienen aeropuerto y una institución hídrica.
La corrupción está latente y cada vez más fuerte. Para erradicarla solo necesitamos de gobernantes y funcionarios honestos. ¿Qué tan difícil es encontrarlos? Usted dirá.
Llego a la conclusión de que Manabí no solo está marginada en obras, salud, riego sino también ¡en justicia!