Los asaltantes del mar, a los que en el ámbito popular se conoce como piratas, atacan sin piedad a los pescadores. Su objetivo principal suelen ser los motores fuera de borda, pero también se llevan el producto de la pesca, los accesorios y, en algunos casos, hasta las embarcaciones. En muchas ocasiones, los afectados son abandonados en el mar, al garete, sin comida ni agua, con el riesgo de morir por inanición o de naufragar.
Mientras quienes requieren hacerse a la mar por trabajo deben cumplir una serie de requisitos y son sometidos a revisiones, incluso, cuando navegan, los delincuentes zarpan y llevan armas, evadiendo todos los permisos y controles.
El botín es cuantioso. Un solo motor fuera de borda llega a costar en el mercado alrededor de 8 mil dólares. Pero, al igual que ocurre con los motores de los carros, tienen un número único que los identifica, por lo que de alguna forma se podría ayudar a su localización.
Si existe robo de estos equipos es porque debe haber un mercado ilícito, no controlado, que permite su venta.
La actividad pesquera requiere medidas de vigilancia y control. De esta manera se salvan vidas y se garantiza la sostenibilidad del trabajo.La Marina tiene esta responsabilidad en sus manos.