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Príncipes  del poder
Príncipes del poder
Por: Marcelo Toala Rivas

Domingo 18 Agosto 2019 | 00:00

En la antigua corte romana siempre se configuraban grupos alrededor del que ostentaba el poder; logrando acumular influencias, algunas veces para aportar en el proyecto de la autoridad y otras muchas para el interés personal. En algunas ocasiones estos pequeños grupos encierran a la figura principal alejándolo del sector popular, su estilo es la adulación y la intriga motivados por bajos instintos.

El pecado de los príncipes es ser cortos de ideas, poca habilidad personal y competencias profesionales; utilizan la desinformación para indisponer a los líderes emergentes y personas que van destacando. Se creen de sangre azul, lo más refinado del pensamiento, atribuyéndose logros ajenos, expropiándose de los laureles del equipo, son cajas de resonancia de su líder sin generar criterios propios, se autoproclaman tácitamente los inmaculados de la moral. La burbuja donde conviven los hace creer que tienen toda la simpatía popular y las condiciones intelectuales y políticas para ser los mejores dignatarios para ostentar el poder.
Su egoísmo y celo es tal, que cuando ven una figura que brilla con luz propia y encantos personales sienten miedo de perder su espacio ganado como cortesano, de tal manera que tratan de opacar e incluso desterrar a los liderazgos emergentes. Piensan que han llegado al pináculo del poder por méritos propios y sienten que son los elegidos para la máxima magistratura. Reafirman su poder sobre los demás de la forma más encantadora y graciosamente indirecta y falsa. Están dispuestos a jurar lealtad a su amo por mantener sus prebendas.
Sienten terror a enfrentarse a la vida con sus propias fuerzas. La gente sabe que ellos son serviles al poder y que una cosa es vivir bajo un árbol que dé buena sombra y otra es cruzar el desierto de sus vidas administrando sus carencias y gestionando recursos para superarse.
En todo ámbito de la sociedad podemos encontrar a los príncipes; es un gran cortesano que se convierte en el favorito del rey y disfruta de todos los beneficios de su posición. A menudo, termina siendo más influyente que el propio soberano, su consigna es aprovechar su cuarto de hora. Se los vio en la corte del imperio romano y en la actualidad pululan en los espacios de poder. Es fácil identificarlos, pero no se estrese, que la vida se escribe por capítulo y mañana los veremos dóciles sin la corona. Ojo: Sin alusiones personales, ni afán de herir hipersensibilidades.  
¡Venceremos!
 
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