Son tres ciudades caracterizadas por la belleza de sus montañas y caprichosa topografía, colinas forradas de coloridas casas, calles angostas, sinuosas y empinadas complementos de la riqueza de su pasado minero. Atributos merecedores de distinciones de sus gobiernos y organismos culturales, constituyéndolas en destacados destinos turísticos.
Al occidente de México DF se ubica Taxco, reconocida por desarrollar la minería y artesanías de la plata, declarada patrimonio nacional en mérito a mantener la arquitectura colonial y antecedentes en la independencia de la corona española. Como Pueblo Mágico pertenece al circuito encantado de ciudades mexicanas.
Ouro Preto, antigua capital del estado de Minas Gerais en Brasil, afamada por sus minas de oro y piedras preciosas que colonizadores portugueses explotaron con esclavos traídos desde África. Epicentro de relevantes hechos en el proceso independentista, como la histórica leyenda de Tiradientes. Sus construcciones conservan la belleza arquitectónica colonial. Razones para ser designada Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO.
Zaruma, enclavada en las estribaciones occidentales de los Andes ecuatorianos, posee hermosas construcciones de arquitectura republicana que decoran el centro de la ciudad. Famosa por el oro explotado desde la época prehispánica, precioso metal que en el siglo XIX dio su nombre a la actual provincia de El Oro, y de la que fue primera capital. En 1990 el gobierno la consideró ciudad Patrimonio y recién fue propuesta para convertirse en Pueblo Mágico.
Visitar las dos primeras y nacer en la tercera permite notar también evidentes diferencias demográficas y en infraestructura turística, pues Taxco y Ouro Preto superan con amplitud a la nuestra. Otro contraste es que sólo aquí se sigue explotando las minas debajo del casco urbano, causando hundimientos que afectaron a una escuela y al hospital general.
El regreso de mineros del reciente desalojo de la parroquia La Merced tampoco aporta en nada a su futuro turístico. Zaruma tiene que rescatar y proteger sus atractivos naturales y patrimoniales para aspirar a ser destino turístico internacional. A las autoridades de turismo y del GAD cantonal les compete elaborar un proyecto o convenio para posibilitar la conformación de una fraternidad con estas ciudades y aprovechar de sus experiencias.