Y es que no sólo su muerte fue una sorpresa, sino también la forma en que ésta se registró.
El intérprete, considerado un ícono de la felicidad, se quitó la vida ahorcándose, tras enfrentar una agobiante depresión.
Revelación. Sin embargo, detrás de su siempre sonriente rostro había algo más que depresión y adicciones. Williams también sufría del mal de Parkinson, lo que mantuvo en secreto por años.
Así lo reveló un documental de REELZ titulado ‘When the Laughter Stops’ (Cuando la risa se detiene), que se transmitirá hoy en Estados Unidos en recuerdo del quinto aniversario de su fallecimiento.
En la producción, personas cercanas al ganador del Óscar recordaron cómo fueron sus últimos meses de vida.
Dylan Howard, vicepresidente de la famosa editoral AMI y jefe de contenido, detalló que mientras “Robin hablaba abiertamente de sus problemas de adicción al alcohol y las drogas, prefirió mantener en lo privado su dolorosa lucha contra el mal de Parkinson”.
Propensos. El comediante Jeffrey Gurian, amigo personal de Williams, narró que la sensible personalidad de los comediantes tiende a exponerlos.
“Los comediantes experimentan altas y bajas. Usualmente son muy sensibles, muy creativos, muy inteligentes”, dijo Gurian, mientras se preguntó “si el éxito, la fama, el dinero y los amigos no importan al final ¿entonces qué importa?”.
Según los testimonios del documental, aunque el actor llevó luz a las vidas de otras personas, pocas veces ofreció una mirada a la oscuridad que había en su propia vida.
Días después de que el suicidio de Robin Williams impactara en el mundo de Hollywood, su viuda Susan Schneider reveló que él tenía Parkinson. “Robin solo quería hacernos reír, que se perdiese el miedo”, expresó en ese momento.