Actualizado hace: 931 días 12 horas 11 minutos
Portoviejo
Una flor que no se quiere marchitar

Lucía Ponce Vélez es dueña de una belleza que un accidente , hace siete años, intentó afectar, pero que no lo consiguió.

Martes 09 Julio 2019 | 11:00

 Alegre, activa, festiva y con muchos objetivos en su vida. Así era Lucía Ponce hasta esa mañana del 12 de abril del año 2012, cuando la historia de su vida sufrió  un abrupta calamidad.

“Íbamos a una fiesta, a Junín, a un cumpleaños, cuando sucedió el accidente de tránsito”, cuenta Lucía, acompañada por dos perras chihuahuas que no dejan de ladrar y se le acurrucan una cada pierna.
A ratos los recuerdos le son esquivos, como si el pasado no quisiera regresar.
“Al pasar por la loma del cementerio, en la vía Portoviejo-Junín, casi no me acuerdo, el carro dio varias vueltas de campana y como no llevaba cinturón de seguridad, fui la más afectada. Otro amigo estuvo en terapia intensiva”, cuenta. 
Luego del accidente su itinerario por hospitales no fue muy grato, ya que, incluso, en Guayaquil, en el hospital Luis Vernaza no la pudieron atender por falta de cama. Entonces fue a dar a una clínica privada en la cual, para estabilizarle la columna, le pusieron unos clavos y una placa. Pero eso solo fue el inicio.
“Primero no me dijeron nada, que no iba a poder caminar, pero luego, con unos exámenes, me informaron que la médula espinal había sido afectada”, explica la joven, quien, cuando sufrió el accidente, estudiaba cuarto semestre de Medicina Veterinaria en la Universidad Técnica.
Luego del terrible diagnóstico -según le recuerda su madre, Lucía Vélez- ella se sumió en la más aguda desesperación, tanto que hasta debió someterse a varias terapias sicológicas.
Dejó de estudiar dos años y medio, pero luego retomó sus estudios y se graduó.
“Seguí estudiando por dos causas: para completar una meta y porque necesito trabajar”, dice Lucía, ansiosa de demostrar que el que esté en una silla de ruedas no significa que no pueda desempeñarse en alguna empresa, pública o privada, ya que su mente y su inteligencia están intactas, como si nada.
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