Esta muy bien que se construya el metroferico y se contrate la línea dos del metro de Quito como lo declaró hace poco el alcalde Yunda. Los proyectos como tales, de mi parte ni creo que la de ningún otro ecuatoriano, merece una observación excepto, eso si, de los quiteños. Ellos sabrán si las obras son las adecuadas, las convenientes para el Quito de hoy. Hasta aqui todo bien.
Pero ¿porqué el alcalde quiere que el presupuesto nacional, que es de todos los ecuatorianos , financie esas obras? ¿Que derecho le asiste para formular ese pedido si el gobierno ya le regaló a la ciudad 800 millones para la primera línea del metro y 400 millones para las vías de acceso al aeropuerto de Tababela? La aerovía de Guayaquil , por ejemplo, se financia con un crédito francés que lo contrató y lo cancelará el gobierno municipal. Los buses eléctricos que hoy ruedan en Guayaquil fueron adquiridos por particulares con crédito de la CFN que ellos cancelaran en los términos acordados. El gobierno central, como pueden notar, es libre de distribuir el presupuesto nacional, utilizar los fondos nacionales, a su conveniencia por su gran poder discrecional lo que es uno de los grandes atributos del centralismo, el modelo de gestión cuestionado desde hace muchos años. Por eso precisamente, porque la concentración de poder, no distribuye con sentido de igualdad, se está volviendo a hablar de federalismo. Pero no es la única razón. Existen muchísimas más. Una de las mas sensibles es aquel que somete al centralismo la decisión en todo. Todo viene de arriba sin estudiar las particularidades de cada región. Un estado federal, según los expertos, va más allá de la descentralización. “El Estado federal no se limita a descentralizar cediendo a las partes lo que antes era de su competencia. Lo que hace el Estado federal y lo caracteriza como tal es distribuir el poder y la soberanía entre los territorios que lo componen”.....”En una democracia federal, el poder es difuso, la soberanía se la reparten todas las entidades que forman el Estado, como representantes de la soberanía popular. No ocurre lo mismo en los estados-nación, que sustentan una organización "jacobina", donde es el centro el que se erige en representante de la soberanía del pueblo y en el que la descentralización es considerada una concesión del centro hacia la periferia y no un derecho...” El centralismo, entonces, toma las decisiones en nuestro nombre y nos señala la ruta a diferencia del federalismo que deja en nosotros la capacidad de forjar nuestro destino, de escoger el camino que creemos sea el mejor para crecer. De modo que Quito puede puede tener su metroferico pero solo pedimos que sea con su dinero.