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Azoguez
Un oficio que nació en la colonia

Mercedes Cantos moldea el cuero, hace monturas, zamarros y vetas con técnicas que aprendió de su padre, en Cañar.

Sábado 22 Junio 2019 | 04:00

Mercedes Cantos tiene 72 años y se dedica al oficio de la talabartería desde la niñez. Su padre, Víctor Cantos (+), talabartero oriundo de la provincia del Cañar, se esforzó porque lo aprendiera, contó ella. 

Actualmente la artesana tiene su taller en el Centro Municipal Artesanal (Cemuart), ubicado en las calles General Torres y Presidente Córdova.
En forma manual ella confecciona monturas para caballos, zamarros, vetas, cintos, carteras y llaveros, entre otros artículos. 
Cantos trabaja con el cuero curtido de ganado. Ella recuerda que décadas atrás la materia prima se adquiría en las curtiembres que funcionaban en la Tres de Noviembre.
“Ahora curten con productos químicos, antes lo hacían con un material que se llamaba cashca, que es la cáscara de un árbol. Para darle color lo botan en tanques con cal, el cuero se pela y queda blanco y llambito (superficie lisa, en kichwa), entonces se puede teñir”, subrayó Cantos, obrera titulada por la Junta de Defensa del Artesano.
 
Su trabajo. La mujer trabaja especialmente con la suela, aunque indicó a diario El Mercurio de Cuenca que para prendas finas se utiliza el tafilete, un tipo de cuero de borrego o de cabra que es flexible y se usa para hacer casacas.
El manejo artesanal del cuero tenía un perfil de industria, sin embargo, hoy es un oficio al que muy pocos artesanos se dedican.
“Es un trabajo difícil, los cortes y las figuras se hacen a pulso. Debemos saber tratar el material, hay que mojarlo y colocarle aceite de linaza para que se haga suave y tenga flexibilidad para moldearlo”, explicó.
Cantos añadió que “ahora en las fábricas se trabaja con máquinas y todo es más comercial”. Subrayó que los productos hechos a mano tienen mayor calidad y duración, pero la gente busca un menor costo.
La artesana se adapta a los pedidos de su clientela. Hace un par de meses elaboró un zamarro con un modelo exclusivo. “Se hacen zamarros de varios modelos en cuero de borrego o de chivo, aunque también hay sintéticos. Yo vendo los económicos a unos 70 dólares, porque la gente ya no paga; antiguamente los hacendados mandaban a hacer con hebillas y otros implementos, eran muy elegantes”, aseguró la mujer. Uno de los artículos que no tienen mucha demanda son las monturas para caballos. Una económica cuesta 180 dólares, pero algunas pueden sobrepasar los 1.000 dólares, dependiendo de la calidad del material y de la dificultad del diseño. 
Para dar forma al cuero utiliza lima, cuchillo, botadores sacabocados, martillo, regla, compás y troqueles manuales. Para zurcir emplea hilo de nailon: “Para coser antes usábamos la pita o cáñamo, que se sacaba de unos pencos enormes, pero ya no hay”.
La mujer trabaja de pie porque dice que necesita aplicar toda la fuerza que viene desde el hombro. 
Para mantenerse en el mercado, Cantos se ha adaptado a las tendencias, por lo que fabrica protectores para celulares, zamarros en miniatura, forros para botellas y diversos adornos. Este oficio ha sido su sustento. Así, la talabartería, una actividad que tiene sus raíces en la época de la Colonia, tiene en la actualidad muy pocos jóvenes que se interesan en este oficio como fuente de trabajo.
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