El acoso escolar y las rencillas personales, si no se controlan a tiempo,  pueden derivar en episodios de violencia como los que ahora, al difundirse en las redes, llaman la atención del público. Por ello, es importante que tanto los docentes como la familia estén atentos a los problemas que pudieran afectar al comportamiento y las relaciones interpersonales de niños y adolescentes, para orientarles oportunamente y ayudarles a solucionarlos.

Es normal que haya divergencia de criterios y hasta rivalidades entre estudiantes; pero frente a esto, se tiene que enaltecer los valores como el respeto y la tolerancia.

Sería bueno que el Ministerio de Educación emprendiera una campaña dirigida a combatir los problemas que pueden conducir a la violencia estudiantil.

Por otra parte, también es recomendable que se aproveche las facilidades que dan la tecnología y las grabaciones que se difunden, para sancionar los excesos, con la aplicación de los códigos de convivencia.

Es inevitable que sigan existiendo problemas entre estudiantes; pero frente a esto es urgente que haya control y orientación. He allí el desafío.