Se cruzó información con agentes asignados a la investigación de este tema, quienes dicen que con la intención de tomarse territorios dentro de las penitenciarías, los cabecillas y sus colaboradores comenzaron a reclutar a integrantes de pandillas que pagan condenas o a integrantes de pequeñas redes delictivas.
Según agentes, el poderío que han tomado los grupos ha llevado a denominarlos ‘megabandas’; han captado incluso a guías penitenciarios y policías.
Desde el año 2017 hasta febrero pasado, 50 funcionarios penitenciarios fueron detenidos por permitir el ingreso de objetos prohibidos.
En un caso registrado el 2 de enero pasado, en la cárcel de Guayaquil están procesados 10 agentes por ingresar clandestinamente droga, licor, armas y hasta una nevera. En ese expediente también está señalado el cabecilla de Los Choneros, la megabanda más grande que opera en los reclusorios.
Las otras son Los Gorras y Los Cubanos. Las tres mafias libran una batalla. Usan redes de sicarios para consolidar su poder y aumentar sus territorios.
Pero su economía se basa principalmente en el narcotráfico. “Son miles de personas que trabajan para ellos dentro y fuera de las cárceles.
Los Choneros les dan el material (la droga) y les brindan seguridad”, dicen investigadores.
Durante sus indagaciones, han detectado que el fenómeno que se vive ahora en Ecuador y que ya se registra, por ejemplo, en Venezuela.