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Crisis carcelaria
Crisis carcelaria
Por: Enrique Villamar Mendoza

Domingo 16 Junio 2019 | 04:00

El día martes 11 de junio del 2019, a través de videos realizados por internos de la Cárcel Regional de Guayaquil, la ciudadanía pudo observar cómo un grupo de convictos sorprendieron y retuvieron a personal policial para ingresar a un pabellón y dar muerte a William Poveda Salazar, alias “El Cubano”, cuando éste se había beneficiado de una medida cautelar ordenada por un juez, que disponía que fuera trasladado de una celda de máxima seguridad a una de mínima seguridad, facilitando tal vez la ejecución de este individuo, todo esto por ajustes de cuentas y la lucha de poder que existen al interior de estas cárceles.

Nada de esto es nuevo, debiendo acostumbrarnos a una serie de hechos violentos y muertes con armas blancas y de fuego, sin olvidar la espantosa imagen del cuerpo de un interno ardiendo en los patios de la Cárcel del Litoral. La crueldad de esto y otros hechos parece inconcebible e inaudito.
Todo esto ha conllevado a la renuncia del Director de Rehabilitación y declarar en emergencia el sistema penitenciario. 
Todo este desastre, esta catástrofe tiene un solo origen: ¡la corrupción! Desde investigaciones por los contratos de la alimentación de los internos por la mala calidad de la comida, hasta lo divulgado por internos en un video donde afirman que las direcciones de las cárceles son compradas; extorsiones de funcionarios y guías penitenciarios como nos acostumbramos a ver en los noticieros nacionales.
La rehabilitación de un delincuente es una tarea compleja y difícil, pero no es un reto imposible, que debe impulsar la sociedad y estar orientada por psicólogos, psiquiatras, médicos, orientadores, con la ayuda de la parte espiritual que da fuerza a quien abraza la religión.
Los privados de la libertad son considerados la escoria de nuestra sociedad, quienes la gran mayoría desde el inicio de su vida han tenido que convivir con el abandono, con los vicios, sin educación, sin afectos, llenos de carencia, violencia, rodeados de un entorno disfuncional, pudiendo finalmente ser la delincuencia su única salida.
Los centros carcelarios deben ser dirigidos por personas honestas, de convicciones, comprometidas con su trabajo. En la obra “Los Miserables” de Víctor Hugo, el convicto Jean Valjean se rehabilita y cambia su vida al ser perdonado y redimido por un sacerdote que le perdona un robo aun después de haberlo agredido. No existen los hombres ni las mujeres perfectos, la vida es una lucha continua por la superación, estas personas que ya están pagando sus culpas tienen derecho a rehabilitarse, a educarse, a trabajar, a reintegrarse a la sociedad.
Es necesario y urgente que el Estado les permita acceder a programas de trabajo y reinserción aprendiendo oficios como mecánica, electricidad, ebanistería, peluquería, sastrería, pastelería, educación física, entre otras cosas que les ayude a cambiar y contar con una nueva oportunidad. “Sin piedad la justicia se torna crueldad. Y la piedad sin justicia es debilidad”. Pietro Metastasio.
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