Vale recordar lo que una vez nos dijo el doctor Salvador Allende, entre sus acertados discursos: “Hay jóvenes viejos, y viejos jóvenes”. Y con toda razón, al momento vemos que existen unos cuantos políticos jóvenes con demencia e incoherencia en cada unos de sus actos, y tal vez sentados en una silla sin ruedas observando el escenario político; con miradas perdidas, alteración de la memoria, confusión y algunas facies inexpresivas con apariencia de “viejo” con Alzheimer o Parkinson, posiblemente a causa de las drogas o “enloquecidos por el dinero”, como lo sentenció en su momento Carlos Julio Arosemena Monroy.
Jóvenes, es hora de despertar, es hora de levantarnos de las sillas del graderío y acudir al escenario nacional, con formación política, económica, social y cultural para que en el presente y futuro seamos los nuevos representantes de la sociedad, y parte de la historia democrática de nuestra nación.
Hay que promover los valores del humanismo laico, radicalmente democrático, fraternal y solidario que cada día estamos perdiendo a causa del egoísmo, que nos lleva a irrespetar al que piensa diferente, y a nuestros mayores. Como dice el Papa Francisco, los estamos estigmatizando como la generación del descarte.
Creo que el doctor Julio César Trujillo ya está en la historia republicana de Ecuador, como el patriota que comenzó a recuperar las libertades sociales, la democracia y combatir la corrupción.