El triunfo de la selección nacional, que ayer derrotó a su similar de Estados Unidos y pasó a semifinales del Mundial de Fútbol Sub-20, jugado en Polonia, fue un alegrón para todos, pues constituye un logro inédito en la vida deportiva del país.

Ayer se conoció, también, que la marchista Glenda Morejón obtuvo el primer lugar en el Gran Premio de Marcha que se realizó en La Coruña, España, con lo que rompió marcas sudamericanas y clasificó al Mundial de Atletismo y a los próximos Juegos Olímpicos.

Esta semana, cuando Ecuador todavía celebra la hazaña del ciclista Richard Carapaz en el Giro de Italia, ha sido de otras buenas noticias en lo deportivo, en áreas como el atletismo y el patinaje.

Con justa razón, en las redes sociales una de las frases más repetidas ayer fue que el deporte ha dado más satisfacciones que la política.

Independientemente de a qué provincia pertenece cada deportista, o en qué equipo compite, el país se siente representado por quienes ponen todo su esfuerzo por conseguir una medalla que ponga en alto el nombre de Ecuador.

Pero, más allá de la celebración y de la satisfacción por el triunfo, es necesario que el Estado reconozca a esos deportistas, que premie sus logros y los motive a seguir adelante. Que no ocurra lo mismo que con glorias del pasado, olvidadas con los años y desconocidas para las nuevas generaciones.