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Las grandes obras
Las grandes obras
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 26 Mayo 2019 | 04:00

Manabí está requiriendo desde hace muchos años la construcción y terminación de obras vitales para su desarrollo, como el gran puerto de aguas profundas de Manta, la carretera Manta-Quevedo, la ampliación de la vía Montecristi-La Cadena, la reanudación y culminación del proyecto Carrizal-Chone, la construcción de los hospitales del norte provincial, embalses de agua para las poblaciones del sur manabita, atención al agro y la zona rural en general, entre otras imperiosas necesidades.

La respuesta hasta ahora es un conjunto de promesas e inicios de trabajos que han quedado como saludos a la bandera o en fiascos y frustraciones derivadas a la corrupción, como la chavista-correísta Refinería del Pacífico, denominada luego morenistamente Refinería de Manabí para que así conste en el epitafio de su extinción.
Las excusas presentadas se han parapetado siempre en la escasez de recursos, que sorpresivamente sí los hay cuando se trata de otras localidades, como en el caso del puerto, desviados a Posorja.
Manabí fue calificada en el gobierno de la década del tremendo gasto como la “Provincia del Milenio”, y como tal el Napoleón del socialismo del siglo twenty one dispuso algún gastito en carreteras, hospitales, escuelas del milenio, entre otras.
Hay que ser ciego para no reconocer aquella gran inversión que, por lo menos en vías, mejoró ostensiblemente la circulación en la red primaria que atraviesa a la provincia de norte a sur, algunos centros educativos e intentó hacerlo con los hospitales.
La suerte viscosa del petróleo le dio el espaldarazo para hacerlo. Pero como suele suceder cuando las nubes del poder envanecen a las personas, engolosinado con el dulce del presente perdió el sentido de las proporciones, pavoneándose internacionalmente pero olvidando proyectar las necesidades del -ahora- amargo futuro.
Y cuando la diosa del oro negro dio la espalda, recién el auto proclamado familiar de Eloy Alfaro empezó a sentir los estragos de sus veleidades.
En vez del chanchito para ahorrar, ahora se sabe que se abrieron grandes mandíbulas  mecánicas para tragar. Y los corazones ardientes esforzaron sus acciones para forrar sus bolsillos de verdes billetes corruptos.
Inclusive cuando la tragedia imprimió terror, horror, dolor y angustia, especialmente en las poblaciones de Manabí y Esmeraldas, aquel aciago 16 de abril del 2016, cuando el fatal terremoto sacudió al país, las fauces de la ambición tuvieron su festín. Así lo determinó Contraloría.
Ahora el presidente Lenín Moreno no solo está pagando su cuota de los platos rotos, sino que sus opositores están exigiéndole el costo de toda la vajilla, con manteles, decorado y hasta los palillos, de una mesa que luego descubrió no se la dejaron servida.
Por eso, henos aquí, en Manabí, con hospitales en crisis, intentándose vestir a un santo desvistiendo a otro. Con un hospital de especialidades -deuda oficial desde hace tres lustros- a medio terminar, cuando este nosocomio por su importancia está llamado a ser referente nacional.
¿Qué hacer? ¡Reclamar!! Hacer prevalecer nuestros derechos. Pero aquello no se logrará con genuflexión ni desunidos. 
 
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