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Julio César Villacreses Guillem
Vivencias con un viejo honrado

Viernes 24 Mayo 2019 | 04:00

Ha pasado a la inmortalidad Julio César Trujillo Vásquez, el imbabureño que consagró su vida a la democracia, a la libertad, a la justicia social y a la enseñanza. Fue fiel a su fe como cristiano católico, comprometido con la doctrina social de su iglesia. Nos  ha dejado un legado luminoso a los ecuatorianos.

Lo conocí en 1977 en una de sus visitas a Portoviejo, como  director del Partido Conservador Ecuatoriano, en la casa de su coideario, mi abuelo Daniel Villacreses Aguilar,  venía del destierro que lo había confinado la dictadura militar y luchaba por el retorno a la democracia en nuestra Patria y lo logró,  llegando al Congreso Nacional como diputado y apoyando a Jaime Roldós Aguilera a la presidencia de la República.
Dos años más tarde lo volví a encontrar como abogado de los trabajadores del sindicato de la Texaco, recomendado tomar contacto con su compadre, Emilio Velasco, presidente de la Cedoc para esa fecha, hoy CEDOCUT, y asesorando a su central para lograr el fortalecimiento  del Frente Unitario de los Trabajadores; fue un convencido  de la necesidad de impulsar la unidad de los explotados.
Testigo soy de su alto nivel académico como jurista, venía a Portoviejo a impartir sus conocimientos, para el curso de  postgrado que organizaba la Universidad Andina Simón Bolívar en convenio con la Universidad Técnica de Manabí; los abogados manabitas siempre lo calificaron con la máxima calificación por su pedagogía y solvencia jurídica. Además, con el coordinador académico de ese curso, nuestro amigo Patricio García Villavicencio, compartimos largas y amenas tertulias políticas en su domicilio.
Posteriormente, en el 2015, el FUT lo invita junto a otros destacados ecuatorianos a constituir la Comisión Nacional Anticorrupción del Ecuador, aceptando el reto. Su voz se alzó como un profeta de nuestro tiempo, para denunciar sin miedo a los prepotentes y corruptos. Naturalmente volvió a ser perseguido y sentenciado  hasta llevarlo a la muerte.
Al final de sus días, asume por mandato popular la presidencia del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio, organismo que él siempre cuestionó su existencia. Comenzando la titánica tarea de desmantelar el andamiaje jurídico totalitario, que consagra la corrupción y la impunidad. 
Fue solidario con Manabí, acogió el informe de la Secretaría Técnica Anticorrupción y personalmente acudió al despacho de la fiscal Diana Salazar, para que judicializara las denuncias que habíamos presentado por el cuestionado rol cumplido por el Comité de Reconstrucción y el uso de la Refinería. No hay duda: Julio César Trujillo Vásquez  nos dejó una huella que hay que seguir...
 
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