Hasta ahora, se ha esperado financiamiento externo. El Gobierno chino ofreció fondos, pero la serie de condiciones establecidas llevaron a un excesivo retraso, a tal punto que tres años después del terremoto que afectó a estas casas de salud se sigue esperando una respuesta definitiva.

Ahora, el Gobierno ha anunciado que el hospital Miguel H. Alcívar, de Bahía de Caráquez, se construirá con fondos de la caja fiscal porque no se sabe cuándo llegarán los ofrecidos recursos chinos.

Pero los fondos fiscales están manejados por la burocracia y hay mucha experiencia en este campo, pues la regla es que las obras no siempre avanzan al ritmo esperado.

La subcuenta en la que constan los fondos recaudados por la Ley de Solidaridad todavía refleja la existencia de dinero suficiente para financiar estas tres obras y otras de reconstrucción.

Si las cosas se hubiesen hecho bien desde el principio, se habrían priorizado los rubros de inversión. Es injusto que mientras se financiaron obras y trabajos que nada tuvieron que ver con la emergencia por el sismo, todavía haya gente que vive en carpas, negocios que no han podido recuperarse y extensas zonas cubiertas por hospitales que funcionan en contenedores y tiendas de campaña. Todavía se está a tiempo de aplicar medidas correctivas con el cambio a la Ley de la Reconstrucción, a fin de que un fideicomiso maneje los recursos que aún quedan y que sirvan para lo que fueron creados: para apoyar los esfuerzos de reconstruir las afectaciones del trágico evento del 16A.