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Tiempo para la reflexión
Tiempo para la reflexión
Por: Guido Álava Párraga

Martes 14 Mayo 2019 | 11:00

En el presente los principios éticos morales y espirituales cada vez se ven como pasados de moda por parte de los adolescentes, jóvenes y adultos, al contrario y de manera sorprendente y con nostalgia observamos como una lista de antivalores o “valores de poca monta” (como muchos historiadores los definen) entre estos el individualismo, el relativismo, el hedonismo extremo, el facilismo, la prisa y un apego a la inacción en grado superlativo, están muy de moda, invadiendo a la sociedad en su conjunto, incluso culturizados en algunas sociedades.

 En el presente los principios éticos morales y espirituales cada vez se ven como pasados de moda por parte de los adolescentes, jóvenes y adultos, al contrario y de manera sorprendente y con nostalgia observamos como una lista de antivalores o “valores de poca monta” (como muchos historiadores los definen) entre estos el individualismo, el relativismo, el hedonismo extremo, el facilismo, la prisa y un apego a la inacción en grado superlativo, están muy de moda, invadiendo a la sociedad en su conjunto, incluso culturizados en algunas sociedades. 

Esto es realmente grave, por este motivo amigos lectores los animo a la siguiente reflexión: 
A veces creemos que es más fácil y cómodo ser simple observador de los problemas que en la esfera material, emocional y espiritual aquejan a nuestras sociedades, en realidad es fácil, pero una actitud así nos hace indolentes y compromete nuestra historia personal y colectiva.
No fuimos diseñados para ser solo observadores de la crisis social en nuestro medio. 
La impactante realidad que nos está tocando no solo es para sentir lacerada el alma, ni para ser críticos certeros, ni resignarnos, tragarnos las palabras, mover nuestra cabeza o solo pensar y decir ¡Qué pena como han cambiado los tiempos! No, una realidad dolorosa como esta es para más, es para cambiar nuestra forma de pensar y actuar, es para actuar con seriedad e interés en un real afán de detenerla y revertirla, es un fenómeno socio cultural que puede resolverse, encontrando un sendero que ya  existe, uno en el que no hemos creído y hasta olvidado sencillamente por un grave prejuicio o confusión, este sendero esta milenariamente sustentado en las sagradas escrituras bíblica. 
La Biblia dice que lo que el hombre sembrare, eso cosechará, por aquí debe empezar nuestra reflexión para saber cuánto de culpa tenemos los padres de todos los jóvenes que nacieron hace treinta, veinte y quince años atrás, muchos de ellos con familias inestables, con hijos abandonados, otros, internos en las clínicas de rehabilitaciones de alcohólicos y drogadictos, en las crónicas rojas, en las cárceles o en los cementerios donde se fueron víctimas de la violencia. 
Toda sociedad es, lo que son las familias, toda familia tiene unos padres para criar e instruir a sus miembros (siembra), toda familia da individuos buenos o malos a su entorno (cosecha), en otras palabras, familias en armonías, sociedades armónicas y prosperas; de sus integrantes saldrán los buenos administradores de la cosa pública, los buenos maestros, los buenos ciudadanos, y los buenos políticos.
Ciudadanos y ciudadanas de Portoviejo y Manabí, en el marco de esta reflexión solo te pido que aproveches estos tiempos a repensar tu rol de papá, de mamá, de hijo, de joven, de maestro, de ciudadano y político, instrúyete tú y a los tuyos con la inmensa sabiduría bíblica.
 
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