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Colón
Profesora lleva ocho años enseñando desde su cama

Será que se guarda muy bien sus dolencias, pero, cosa rara, en la mirada de María Fernández no hay asomo de tristeza alguna...

Jueves 25 Abril 2019 | 14:00

Quizás, sí, haya algo de incertidumbre, porque está a la espera de que alguien la ayude con dos asuntos dolorosos que le complicaron la vida: el sobrepeso y un problema en la rodilla izquierda que la tiene postrada en una cama desde hace 8 años.

Pero mientras la incertidumbre no se disipe, ella sigue su rutina diaria en un pequeño mundo: una cama de dos plazas, un ventilador inagotable, una pila de libros, una imagen del Divino Niño y un grupo de 6 niños a los que les enseña cómo hablar y escribir correctamente desde su habitación.
Ayer fue día de presentación y los niños, uno por uno, recitaron su nombre y su lugar de origen. Por ser el primer día no fueron todos, así que la maestra tiene tiempo para hablar de cómo, a sus 57 años, el destino le tendió una emboscada de la que no ha podido recuperarse. 
“Cuando salí del colegio mi padre falleció y no pude seguir la universidad, pues él era quien me apoyaba”, cuenta María, en tanto sus alumnos escuchan atentos la historia de su vida.
Inicios. Un familiar que tenía varios hijos que estaban un poco “bajos” en los estudios le pidió que se los nivelara. Al principio le dio temor, pero con el paso del tiempo se fue dando cuenta de que lo suyo era eso: enseñar como si se tratara de sus propios hijos.
Luego se creó un liceo allí en Colón y la buscaron para que diera clases. Ya había ganado cierta experiencia y el convencimiento pleno de que, más allá de cualquier paga que hubiera de por medio, lo que la hacía feliz era que sus chicos aprendieran todo lo que les enseñaba. 
Las remembranzas la ponen alegre y, por un momento, parece olvidar que, en 2010, un resbalón le partió la rodilla izquierda. Tuvo que ser intervenida, pero, hace tres años, cuando todos esperaban que el hueso se le hubiera soldado, una radiografía mostró que este seguía despegado.
“Me dijeron que tenía que operarme de nuevo”, recuerda. En este tramo de la conversación interrumpe sus palabras como si el silencio explicara mejor todo lo que siente por dentro.
Ayuda. En diciembre del año pasado, gracias a la intervención de una amiga -Mercedes Arteaga- se puso en contacto con la Fundación FOE Obesidad, de Quito, en donde el doctor Max Torres ofreció gestionar la ayuda necesaria para sus dos operaciones, tanto la de manga gástrica como la de la rodilla izquierda. 
Jorge Delgado, gerente del hospital Verdi Cevallos, quien también es parte de este proceso de ayuda, dijo que hoy (jueves) va a realizar una visita a Fernández para analizar su caso y facilitarle el apoyo que necesite, ya sea con la operación o con las medicinas.
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