A todo esto, lo que ha mediado es el cálculo político en tanto en cuanto el gobierno se da cierto oxígeno y para ello nada mejor que desviar la opinión pública durante mucho tiempo con el capítulo de Assange, quien a pesar de ser cobijado bajo la figura del asilo, tildó a Ecuador de insignificante y resulta una barbaridad que nos haya costado aproximadamente 7 millones de dólares.
Hay que subrayar que este gobierno, para actuar en el tema de Assange, lo hizo bajo la sospecha de que Wikileaks contribuyó en la filtración de documentos que fueron robados del teléfono de Moreno y de su esposa mientras se encontraban en Ginebra. La decisión del gobierno nacional es soberana, solamente los correístas y unos trasnochados podrían estar en contra de esto. Assange, en el tablero de la geopolítica mundial, es un agente ruso como podría ser María Fernanda Espinosa, tanto es así que para su elección como presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas contó con el apoyo de ese país. No es coincidencia tampoco que Rafael Correa sea colaborador de Russia Today, que es la agencia noticiosa de ese país.
A todo esto hay que agregar que con la ayuda de Assange, otro espía como es Edward Snowden, viajó con salvoconducto ecuatoriano de Hong Kong a Moscú, en donde reside actualmente bajo protección rusa.
No podemos olvidarnos que bajo este gobierno, además de la nacionalidad ecuatoriana, se nombró a Julián Assange para un cargo diplomático en Moscú, todo esto violando normas legales. Estos dos eventos forman parte de uno de los capítulos más sombríos y lóbregos de la diplomacia ecuatoriana.
No hemos sacado absolutamente nada al tener a Julián Assange. En lo único que ha contribuido es que nuestro país tenga una peor presencia internacional y que Correa pretenda lavar su mala imagen de violador contumaz en cuanto a las garantías democráticas, especialmente relacionadas a la libertad de expresión, en el concierto internacional, mientras que en Ecuador atosigó, asedió y criminalizó a través de la persecución a los periodistas, entre ellos Juan Carlos Calderón, Carlos Vera, Jorge Ortiz, Fernando Villavicencio, Cristian Zurita, Emilio Palacio, Martin Pallares, Janeth Hinostroza entre otros.
Los ecuatorianos no podemos comer ruedas de molino con ciertos “afanes desestabilizadores” que no existen. El viejo estribillo de la desestabilización resulta tedioso, aburrido, cansino y tampoco no es nada novedoso, ya que cuando los gobiernos son acechados por denuncias de corrupción arguyen a esto y el gobierno de Moreno no es la excepción.