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Oswaldo A. Véliz
Futuro energético

La generación de energía eléctrica desde su descubrimiento en el año 1831, ha sido uno de los principales impulsadores del desarrollo económico, comercial y social de las naciones. Históricamente, las fuentes de producción de energía han ido migrando desde el uso de motores a combustión interna (a base de combustibles fósiles), hasta la obtención de la misma a través de la utilización de recursos naturales hídricos y climáticos principalmente.

Domingo 21 Abril 2019 | 04:00

El Ecuador, país rico en diversidad climática, ofrece condiciones apropiadas para la implementación de tecnología eólica y fotovoltaica, por medio del aprovechamiento responsable de vientos que van desde los 10 hasta los 20m/s específicamente en la zona andina, y de temperaturas que registran un promedio anual de 27.1 °C, particularmente en la región costera.
De acuerdo con los resultados presentados en el Plan Nacional de Electricidad 2016-2025 (publicación 2017), la aportación de la generación eléctrica al S.N.I. aplicada con tecnología eólica y fotovoltaica en el Ecuador, representa el 0,33% y 0,15%, respectivamente, del total de energía generada, situación que refleja la escasa inversión en este tipo de tecnología verde.
El compromiso del Estado Ecuatoriano en el desarrollo de proyectos de energía asequible y sostenible fue adquirido ante la Secretaría de las Naciones Unidas en septiembre del 2015 dentro de la Agenda 2030 - objetivo número 7, cuya obligación está orientada a la búsqueda y ejecución de proyectos que reduzcan la dependencia en la generación con Motores de Combustión Interna, la aplicación de tecnología de innovación eco-sostenible, el aprovechamiento responsable de los recursos naturales y el acceso a fuentes de energía con menores costos de producción, operación y mantenimiento.
La Regulación ARCONEL-003/18 denominada Microgeneración fotovoltaica para autoabastecimiento de consumidores finales de energía eléctrica” constituye una alternativa que permitirá a usuarios residenciales, entre otros, producir su propia generación con la aplicación de tecnología fotovoltaica (paneles solares, tejas solares, otros). No obstante, y a pesar de la importancia que esta regulación representa en los compromisos adquiridos en la Agenda 2030, los costos iniciales en la implementación de esta tecnología y los limitados conocimientos de los procesos de implementación tecnológicos asociados, constituyen una amenaza para el éxito de esta aplicación. 
Ante esta amenaza, con el objetivo de reducir los costos iniciales asociados a la implementación de esta tecnología de auto-generación e incentivar su respectiva aplicación, recomiendo, entre otras acciones a ser evaluadas  por el Gobierno Central, las siguientes: Promover el desarrollo y comercialización local de tecnología fotovoltaica a través de la entrega de beneficios tributarios a favor de emprendedores PYMES; abrir líneas de crédito destinadas a nuevos usuarios adquirientes de esta aplicación verde; y crear un programa integral de investigación a nivel de educación superior en las áreas de tecnología de materiales fotovoltaicos y uso eficiente de recursos naturales disponibles por región geográfica.
El futuro energético se sustenta en la capacidad de autogeneración a través del uso responsable de los recursos naturales disponibles. 
 
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