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Esmeraldas
La violencia afecta a los niños de Mataje

En la mente de los niños de la parroquia rural Mataje, en la provincia de Esmeraldas, hay una pistola.

Domingo 21 Abril 2019 | 10:00

Cuando les dicen a algunos de ellos que posen para una foto, lo primero que hacen es imaginar un revólver a través de sus manos.

Encogen los dedos medio, anular y meñique para retratar el gatillo de un arma. Mientras que el dedo pulgar lo convierten en el martillo y el índice en el cañón por donde sale la bala. Una vez dibujada el arma en sus manos hay quienes la apuntan hacia la cámara, otros la elevan al aire y algunos se la colocan en medio de sus rostros como señal de amenaza. 
“Si me sigues molestando, te mato: pam, pam”, le dice Marlon (nombre protegido), de nueve años de edad, a uno de sus amigos que minutos antes lo había empujado. “Y yo te pateo si lo haces”, le responde el niño de casi la misma edad a Marlon. 
Para Lizandro Rosero, habitante, la conducta de los menores es común debido a que, agrega él, todos crecen en una zona conflictiva por grupos irregulares. 
Mataje es parte de la frontera norte ecuatoriana con Colombia. Ahí, hace un año, dos periodistas y un chofer de diario El Comercio fueron secuestrados por el frente colombiano Óliver Sinisterra, integrado por disidentes de las FARC, que era liderado por el hoy abatido alias “Guacho”. 
El equipo periodístico, que días después apareció asesinado, había acudido al sitio para hacer un reportaje sobre el crimen organizado en la frontera, porque en ese entonces Mataje era el escenario de militares ecuatorianos muertos a balas y a bombas en manos de organizaciones delictivas.   
Jonathan Quirola, uno de los tres docentes que tiene la única escuela de Mataje donde se educan 71 niños, aclara que estos últimos acontecimientos de inseguridad no son nuevos en la zona. Han ocurrido por tanto tiempo que, añade Quirola, los menores lo han asimilado como algo normal. 
“A los niños los aconsejo mucho porque tienen un grado de agresividad muy notable, muy grande. Es duro tratar esta situación con ellos porque han vivido por muchos años estas peleas en la frontera”, señala el profesor.
 
Futuro. Lenin Arteaga, magister en neuropsicología, explica que el cerebro de un niño es moldeable hasta los 12 años edad. Si durante todo este tiempo el menor observó, aprendió e imitó una conducta conflictiva de la sociedad, hay un 99 % de probabilidad de que la haga suya por el resto de su vida. “En ese caso, tomando como ejemplo a los niños de Mataje, desarrollarán la idea de tener una pistola de verdad en sus manos. Ya no querrán imaginarla, desearán tenerla para sentirse seguros y con poder. La única forma de evitarlo es mejorando las condiciones socioculturales y socioeducativas de todos los niños. Además de que el Estado les brinde un cerco de protección alejado de los conflictos de armas”, recomienda.
Vanessa Angulo, también maestra, cree que mientras no se tenga acceso a una mejor calidad de vida será muy difícil cambiar la conducta  de los niños. 
Por ejemplo, al no haber un colegio los menores están obligados a viajar hasta la zona central de San Lorenzo. Algunos pueden, pero a otros se les imposibilita por falta de recursos económicos en la familia, expresa Angulo. 
Y al no poder seguir con los estudios, ellos se quedan en el pueblo sin ninguna otra alternativa de educación. Entonces empiezan a vivir y conocer más de cerca los conflictos fronterizos que, en su mayoría, según lo ha revelado el Estado ecuatoriano, se genera por el narcotráfico.
La profesora Beatriz Pérez manifiesta que la agresividad de los niños ha disminuido porque han trabajado en conjunto con los militares y los padres de familia para darles afecto.
“El temor de los niños, en un principio, era ver los tanques de guerra y se escondían debajo de la banca. Ahora están más tranquilos porque los militares crearon una escuela de fútbol donde son capacitados con el fin de olvidar la violencia. Ellos desean ser futbolistas”, agrega la maestra. 
Mataje está dividido en dos sectores: el viejo y el nuevo. Entre todos habitan cerca de 100 familias. Tiene un subcentro de salud, dos tiendas y una cancha de indorfútbol. 
La principal actividad económica de los pobladores se genera a través de la siembra del limón, yuca y plátano. También extraen madera.
 
 
La seguridad. Para llegar a Mataje desde el centro de San Lorenzo hay 40 minutos de viaje. A raíz de los últimos acontecimientos se apostaron dos grupos policiales y militares en la carretera para el control de vehículos. 
Juan Jaramillo, comandante de la Policía, revela que los controles han permitido decomisar como promedio un arma de fuego por día. Además de cargamentos de droga y precursores químicos.  Hoy son 500 los policías que prestan seguridad en la zona. También lo hacen militares, aunque no se reveló la cantidad. 
La vigilancia se extiende hasta Mataje, donde cada día una patrulla de militares recorre las calles. 
Beatriz Arroyo, moradora, dice sentirse segura en la zona con la presencia de los militares.
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