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Dignificar la política
Dignificar la política
Por: Eduardo Aráuz Fernández

Miércoles 17 Abril 2019 | 04:00

Ya concluido el evento electoral de marzo, estimamos que ese proceso tiene que significar la inexorable lectura de un digno retiro de alguno de sus participantes. Toca a muchos de ellos, fundamentalmente, el reconocimiento de sus errores en la campaña, no hacerlo agregaría al fracaso experimentado, una dosis de evidente desconocimiento de la actual realidad política.

Sabemos todos que donde hay ganadores hay perdedores, alegrías y homenajes para unos, amargura y desolación, en otros, porque sus expectativas electorales se truncaron, y poniendo los pies sobre la tierra, en sano juicio tienen que dar un paso al costado, porque el pueblo ya dio su veredicto final de despedida.
En mi última opinión en este medio, escribí que las agrupaciones políticas, por su carente ideología, no representan a casi nadie, debido a las trincas cerradas que taponan las aspiraciones de cambios; y agregaba que la juventud digna e inteligente tiene que involucrarse de manera protagónica en la política partidista de servicios, de una vez por todas.
El recambio en las estructuras de las organizaciones de ésta índole es necesariamente urgente. La militancia seria, visionaria, tiene que exigir asambleas para lograr la renovación de sus cuadros, aún más en algunos que funcionan como empresas familiares, asegurando más temprano que tarde, vergonzantes fracasos con la consiguiente pérdida de históricos bastiones electorales.
Perdedores de siempre, no aceptan con respeto la voluntad del pueblo en las urnas y reparten declaraciones no ciertas, demostrando que no fue suficiente mentir en la campaña, para no perder la costumbre, continúan haciéndole después de ella.
El evento electoral de marzo en sí, fue sucio, nos cansamos de ver, especialmente a través de las redes sociales, mucha miseria, la política invadió el lado humano de las personas, atacó su honor, no sólo de candidatos, sino también de familiares y allegados. Fue una trituradora en la cual acabaron los códigos morales y llegó a primar el contubernio, la deslealtad, la traición, el celo y la infamia. Quienes auspiciaron estos desmanes de conducta, no hicieron más que demostrar lo que llevaban por dentro; los odios, insultos y calumnias estaban a flor de piel, evidenciando no la realidad de los contendientes, sino lo que sus contrarios llevan en su interior y de lo que están conformados.
Manabí se pronunció, tenemos que apoyar todos los procesos que emprendan para beneficios de la colectividad. Debemos romper de una vez por todas, aquellas falsas ideas y pretensiones que auguran malas gestiones, cuando al final del día, los únicos perjudicados seremos los habitantes de las ciudades.. Para la nueva camada de dirigentes que necesariamente tienen que aparecer y/o reaparecer en sus agrupaciones, el reto es “Dignificar la política”.
 
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