Es preciso ratificar que donde las diferencias son cortas el trabajo hay que hacerlo con mayor pulcritud y rigurosidad, pero al mismo tiempo, no se puede dar cabida a recursos injustificados, al caos y la sin razón que muchas veces crean los violentos sin sustento alguno para intentar manchar las decisiones de las mayorías o demorar pronunciamientos que no cambiarán.

El marco legal y la inteligencia deben primar, y aunque suene ambivalente; las resoluciones de los conflictos no pueden alargarse innecesariamente, pero así mismo, hay que tomarse el tiempo y los recursos que sean necesarios para resolver en democracia las inconsistencias, fallas o grande errores, si es que existieren. Esto, claro está, considerando que los plazos y el derecho deben respetarse para no poner dudas ni sombras a los resultados y evitando los alargues injustificados y las artimañas que llevan a un cansancio innecesario.

Los recursos constitucional y jurídicamente sustentados, pero sobre todo los justos deben ser evaluados con respeto.

Del lado de los candidatos es fundamental que se aprenda a triunfar con humildad, entendiendo que los encargos populares son esencialmente una responsabilidad para servir a todos, pero también es imprescindible saber perder con altura y dignidad, comprendiendo que se debe respetar con civismo, decoro y honor los resultados legítimos.

Los candidatos tienen que respetar con sus actuaciones a sus electores, pero también a sus ancestros y sus descendencias.