Recuerdo que por los inicios de los años 80 un alcalde nos hablaba de proyectos con más de 100 perfiles para el progreso del cantón, se hizo hasta un estudio aerofotogramétrico para mejorar nuestra urbe. Pero por la acción ponzoñosa de la politiquería, los asentamientos humanos en sus periferias no han parado, incrementando ostensiblemente las franjas de pobreza.  

Cuántos planes maestros de alcantarillado y agua potable se han efectuado en la ciudad, pero todos han resultado ineficaces a la hora de ejecutarlos porque no prestaban servicio a lugares recién poblados. Lo mismo sucede con los otros servicios básicos. 

Por estos días nuestro lindo Portoviejo ha perdido hasta su identidad, el comercio boyante y bullicioso, sus casas y edificios emblemáticos, después de la gran tragedia han desaparecido, en especial en el centro, lo que le da una apariencia de un pueblo fantasma. Con mucha pena se dice que tanto dinero que se gastó en demoler y nada se invirtió en construir obras que generen el reinsertamiento ocupacional y económico de la población.

Portoviejo, pese a todos los avatares que ha sufrido, sigue siendo para sus hijos una ciudad acogedora y hermosa, señera, nuestra casa grande, que se ufana de su historia y de su estirpe, que se ha merecido mejor suerte a lo largo de su vasta existencia, pero por nuestra propia culpa al elegir a malos y nefastos personajes que la administren hemos hipotecado su adelanto. Ahora hay quienes aparecen en diversos cargos de elección popular, parece que solo les gusta alimentarse de la ubre del erario público, porque en el tiempo que han desempeñado sus cargos no se los ha notado, pasando casi inadvertidos, es decir, no hicieron nada de lo que prometieron en bien de sus localidades. Por estos días vuelven con sus engañifas gritando “voy a hacer, voy a construir, voy a luchar…”, cosas que en funciones se olvidaron de realizarlas.       

Nuestro voto no vale una botella de aguardiente ni una funda de víveres que por estas épocas regalan los diversos políticos, ni tampoco equivale una siempre repetida perorata demagógica con la que mienten al esmirriado elector y al proletariado obrero.

Ese voto bien utilizado es nuestro mejor instrumento para lograr el tan ansiado desarrollo de nuestra capital provincial y de Manabí en general. Por eso te invito a que medites y elijas a los mejores. Yo no boto mi voto, yo sesudamente voto por Portoviejo.