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Pensando en el lugar natal
Pensando en el lugar natal
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 17 Marzo 2019 | 04:00

La capital manabita, Portoviejo, acaba de cumplir 484 años de fundada, con necesidades que debieron estar superadas desde hace rato de haber existido una secuencia de gobiernos locales con pensamientos y acciones dirigidos a la consecución del bienestar colectivo.

A las buenas intenciones de las municipalidades se han interpuesto las pasiones, desvirtuando y desviando el trabajo colectivo, tratando cada administración de seguir sus propios programas en detrimento de los generados en la anterior, sin meditar sobre las repercusiones económicas y sociales que provocarían.
La prevalencia de intereses políticos, grupales y personales nos ha encerrado en un círculo vicioso que siempre nos lleva al mismo punto, con excepciones que muestran lo mucho que pueden hacer los funcionarios de la ciudad si cumplieran sus promesas de trabajo mirando únicamente el progreso colectivo.
Portoviejo en la última década sufrió un acoso oficial terrible, un hostigamiento que se presentaba como provocación gubernamental a la protesta y la desobediencia civil, derechos que no llegaron a surgir por la presencia de quintacolumnistas y francotiradores del orgullo cantonal y provincial que desvalorizaron la dignidad manabita.
La eliminación de la entidad ícono del desarrollo provincial, como fue el Centro de Rehabilitación de Manabí (CRM), la única institución considerada propia, desapareció por acción  del hacha dictadora del correazo que dictaminó su desaparición, mandando al cadalso a decenas de años de historia progresista, de orgullo para la provincia.
Nos impusieron en su reemplazo a la Senagua y luego otras, cuyas injerencias en la provincia aún no son sentidas. ¿Qué se ganó? ¿Quién perdió? Y lo peor ¿quién protestó?
Posteriormente empezó a lacerar a Portoviejo situaciones como el traslado de sus principales entidades a otras localidades; las continuas trabas para iniciar y/o concluir obras que requieren su desarrollo; la disminución de las asignaciones oficiales al presupuesto del Concejo cantonal, que llegaron a ubicarlo en el último puesto en el listado de las municipalidades del país; el cierre arbitrario y egoísta del aeropuerto, el menosprecio de funcionarios nacionales a su categoría de capital, entre otras.
Todo esto ante la complaciente mirada de la autoridad municipal, la indiferencia sindical y la complicidad de gremios profesionales y políticos que solo han cuidado sus espaldas y  la acción de oportunistas, de toda clase, que cada vez que hay un pronunciamiento de reclamo, tratan enfermizamente de desnaturalizar el pedido.
Por ello es que se le hace imprescindible al portovejense una toma de conciencia sobre lo que quiere para su cantón y ciudad, una recapacitación a sus intenciones y de decisiones que lo guíen por un camino cierto, seguro y ordenado al progreso general.
Y es buena oportunidad empezar ahora con motivo de las nuevas elecciones, cuando meditadamente deba escoger a quienes manejen sus recursos y bienes comunitarios y los arquitectos del futuro del cantón. 
Vale, entonces, una reflexión profunda sobre sus intenciones al sufragar, para que deje de ser una peregrina aspiración el progreso de Portoviejo. No hay que botar el voto.
 
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