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El Carmen
La descarga eléctrica dejó sin brazos a Diómedes Gorotiza

Aunque en su momento pidió que le inyectaran algo para morir por haber perdido sus brazos, hoy da gracias a Dios que sigue vivo.

Jueves 14 Marzo 2019 | 11:00

 Diómedes Gorotiza Molina, de 81 años, perdió sus brazos por una descarga eléctrica mientras trabajaba como maestro constructor. A pesar de la falta de sus extremidades ha salido adelante.

Desde hace 16 años Diómedes está sin sus brazos y cuenta que todo ocurrió mientras fundía una losa en El Guasmo de Guayaquil.
Diómedes comenta que cuando su trabajo estaba por terminar tenía en las manos un “perro” (tubo para doblar hierro) y en la otra mano la varilla que iba a virar; sin embargo, no se percató de que estaba cerca de los cables de alta tensión.
Aunque no son gratos los recuerdos que pasan por su mente, dice que los cables lo “jalaron”, pues estaba a un metro de distancia “y me quedé pegado”, recalca. 
Afortunadamente la descarga eléctrica hizo que la luz se fuera en el lugar, lo que permitió que su cuerpo no recibiera más corriente.
Sus compañeros de trabajo le cuentan que después de varios segundos gran parte de su cuerpo quedó “chamuscado”.
Mientras cuenta su historia, una picazón le llega a la parte derecha de su espalada y con mucha destreza se acerca a una baranda y se mueve de un lado a otro para calmar la comezón.
TESTIGOS. Diómedes tenía signos vitales después del “corrientazo”. Señala que sus amigos lo llevaron a un hospital, donde despertó luego de seis días.
Cuando reaccionó lo primero que hizo fue preguntarle al doctor qué era lo que había pasado, “yo me sentía raro, como que si hubiese muerto y después revivido”, indica.
Cuando le dieron la noticia de que sus brazos habían sido amputados, Diómedes, incrédulo aún, los levantó y entonces se dio cuenta de que era verdad.
Eso lo llevó a pensar de manera inmediata en que no quería vivir más. 
“Doctor inyécteme algo para morir, no sirvo para nada, imagínese cómo voy a hacer con mi vida si ya no tengo mis brazos”, fue su pedido al galeno, pero éste lo omitió.
Oriundo del cantón 24 de Mayo, pero radicado en Buena Fe, provincia de Los Ríos, Diómedes comenta que su acercamiento a Dios le permitió ver la vida de otra manera.
Con su rostro entristecido y su voz melancólica, narra que cuando tenía un mes de nacido su padre murió y cuando tenía 12 perdió a su madre, “me quedé como perrito sin dueño”, señala.
Recuerda que desde niño le tocó trabajar para mantener a su abuela.
Pese a su discapacidad, Diómedes maneja un triciclo y trabaja en la agricultura, aunque reconoce que no con la misma destreza que los demás.
No se avergüenza en decir que recorre las ciudades pidiendo dinero.
Con orgullo dice que no depende de nadie para realizar sus actividades. 
“Yo mismo me baño, me visto y no me valgo de nadie”, concluye.
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