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Portoviejo
La pasión por las motos lo llevó a convivir con el peligro

Las cicatrices en su cuerpo le recuerdan a Vicente Proaño los accidentes que tuvo en más de 20 años.

Martes 19 Febrero 2019 | 11:00

Fue la época en que corría en competencias oficiales de motos de velocidad y cross (cuando se colocan muros en la pista para que los vehículos salten) en la provincia y se realizaban torneos en el país entero.
El papá de Proaño Macías era un aficionado de las motos, así que no tuvo reparos para apoyar e incentivarlo para que se forje un nombre y futuro en el deporte.
No fue fácil, dijo, ya que antes de ser competidor, debió aprender el funcionamiento completo de los vehículos livianos. A los 16 años de edad el adolescente Vicente Proaño sabía bien cómo armar y desarmar un motor; también preparar los vehículos para la competencia.
Y como si fuera poco, las motos afectadas en la competencia, debían pasar por sus manos. 
Solución. Ahora, con 55 años de edad, Vicente Proaño se dedica a la reparación de motos en su “motoclinica” ubicada en la calle Juan Montalvo y avenida Guayaquil de Portoviejo.
En su local todos los días existe clientela. A veces cuando sale el tema de la competencia, entonces el maestro se encarga de desempolvar los libros, y habla de innumerables experiencias y anécdotas.
Una de ellas y que resulta jocosa, es que cuando estuvo a punto de ganar una carrera, se impactó con la base que sostenía la línea de llegada. Lo que que era un triunfo seguro quedó en una posibilidad, ya que quedó inconsciente y en la sala del hospital le contaron el resultado.
Perdió. Para su fortuna la base era una caña guadua y no hizo estragos en la humanidad del competidor. Pese a la contundencia del percance la sacó barata, y con un par de horas en observación fue dado de alta para que siga su vida normal.
Según Proaño, se entusiasmó tanto que no quiso cambiar el rumbo para evitar que alguien lo desplace. 
Antes las competencias eran seguidas y aquello permitía que los motociclistas tuvieren un espacio para demostrar sus habilidades, y producto de la velocidad y la vehemencia las colisiones también eran seguidas. 
“Claro que como competidores solíamos llevar trajes creados para tal situación y así se evitaba afectaciones”, sostuvo. 
Constatante. Al menos fueron de 15 a 20 los accidentes.
Según Vicente Proaño en competición eso es normal, y por lo tanto debe existir la preparación mental para asumir las consecuencias y no dejarse vencer.
En entrenamiento, prueba de vehículos y competencias siempre los accidentes fortuitos llegaron a él.
El último, según dijo, le representó 50 puntos en la cabeza. Ocurrió en las calles 10 de Agosto y Juan Montalvo.
Salió en moto a pasear y ya en la noche cuando se dispuso a volver a su casa se encontró con una alcantarilla abierta. 
Escoriaciones y cortes, fue el resultado.
 
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