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Portoviejo
Accidente casi lo deja sin caminar

El 5 de noviembre del año 2012 es una fecha que quedará en la memoria de Manuel Máximo Rezabala Reina. Ese día volvió a nacer.

Lunes 18 Febrero 2019 | 04:00

Es que no solo la fecha estará en el recuerdo, sino que hasta la hora, porque recuerda que eran las 09h45, cuando un accidente de tránsito lo dejó al borde de la muerte.

Rezabala, de 45 años de edad, es ingeniero mecánico y recuerda que en ese tiempo tenía seis volquetas, las cuales trabajaban cargando material pétreo desde una cantera de la parroquia San Isidro, del cantón Sucre, hasta la vía San Antonio-Las Margaritas-San Vicente. 
Esa mañana acudió a la cantera en compañía de uno de los choferes, en una de las volquetas que había comprado un año antes y luego de haberla llenado de 13 metros cúbicos con piedra bola, se desplazaron a la obra para descargar el material, sin embargo no llegó al destino, ya que en el trayecto se accidentó.
EL HECHO. Recordó que iba como copiloto y bajando la loma del muladar, en la vía San Isidro-San Vicente, un desperfecto mecánico hizo que la volqueta se quedara sin frenos, con la caja de cambios trabada, por lo cual el vehículo tomó velocidad y él le pidió al chofer que arrinconara el vehículo hacia la loma para evitar el vuelco.
Señaló que tenían controlada la velocidad del carro, pero en el trayecto una rama de un árbol penetró la cabina y le causó heridas en el rostro, mientras que el chofer salió ileso.
Su compañero de viaje y otros choferes de volquetas que circulaban por el lugar lo auxiliaron y en una camioneta de unos excursionistas extranjeros que pasaban por el lugar, lo trasladaron hasta el hospital Miguel H. Alcívar de Bahía de Caráquez, del cantón Sucre.
Posteriormente fue derivado al hospital Verdi Cevallos y luego al IESS, en Portoviejo.
Señaló que su estado de salud era crítico, además de tener desfigurado el rostro, tenía las dos piernas desprendidas de la pelvis -a nivel de huesos- y los médicos les dijeron a sus familiares que él nunca más iba a caminar.
Sus seres queridos, quienes siempre estuvieron con él, lo internaron en la clínica San Antonio, donde le operaron  el rostro y la pelvis. Ahí estuvo internado un mes.
Recuperación. Confesó que tenía pocas ganas de vivir porque no podía caminar, por lo cual le dijo a Dios que le diera otra oportunidad de vida.
Pese al diagnóstico negativo de los médicos, logró caminar a los tres meses.   
Indicó que ha sido operado varias veces en el rostro por el doctor Jorge Palacios, de la fundación Rostro Felices, quien le reconstruyó el tabique, donde tiene colocada una lámina de carbón.
Rezabala señaló que con todo lo que le pasó, ahora se siente  afortunado de tener la bendición de Dios y estar vivo.
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