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El vicepresidente
El vicepresidente
Por: Walter Andrade
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Lunes 18 Febrero 2019 | 04:00

De mirada fría, imperturbable y al mismo tiempo escudriñadora, como las de aquellas personas - muy pocas por cierto - que parecen mirar más allá de los que está al alcance de los ojos. A veces parecía hablar con ellos, sí, con los ojos, afirmando, negando o expresando un quizás, pero siempre decían algo. La mirada, una vez posada sobre alguien, se la sentía: su intensidad era tanta que resultaba imposible no entenderla, o alejarse de ella. Tenía muchísima fuerza y duraba el tiempo suficiente, el necesario para que el interlocutor comprenda rápidamente su posición sobre tal o cual materia. De pocas palabras, como coherente con su estilo y modo de mirar, hacía gala de utilizar las precisas, ni una más ni una menos, las justas, las necesarias para dar forma y fondo a sus ideas de modo que podía expresarlas sin ambigüedades. Se oían muy reflexionadas, meditadas y cada palabra utilizada jugaba un papel en el desarrollo de la idea , tenían peso específico. Y con esas características, sus palabras no dejaban dudas de lo que quería decir sin importar que se tratara de temas de Estado o familiares y conservando, curiosamente, un tono y ritmo invariables.

Así era Dick Cheney, vicepresidente de EEUU,  durante los ocho años de la presidencia de George Bush hijo,  y la película sobre su vida parece así retratarlo.  Su carrera política la comenzó muy joven en los tiempos del presidente Nixon.  Al principio fue un burócrata de mediana importancia y de allí no se detuvo jamás.  Fue representante al Congreso, asistente en la Casa Blanca, jefe de gabinete, Secretario de Defensa en la presidencia de George Bush padre, puesto en el cual se hizo sentir  pues coordinó y dirigió, junto a los generales  Colin Powell  y Norman Schwarzkopf,  lo que se llama la primera guerra del golfo, aquella en la que el ejército de los EE.UU., en conjunto con el de países aliados, expulsó a Irak de Kuwaitt. Pero fue cuando alcanzó la Vicepresidencia, en el 2001, que todo su liderazgo y poder llegaron a la cúspide. Y se notó en toda su amplitud, al menos así  nos hace ver la película, después del ataque terrorista a los edificios conocidos como las torres gemelas de New York.  Concibió  una  represalia de tal magnitud y tan  severa, que llevó a que las fuerzas de EE.UU. invadieran  Irak y Afganistán simultáneamente para buscar y golpear  a los terroristas en sus madrigueras. Fue una guerra costosa en vidas humanas, en recursos económicos y con muchas implicaciones. Es más, en la práctica aún no  termina. 
En fin, es una historia  sobre el poder,  sus hilos y sus vericuetos y de cómo y cuándo se lo  ejerce. Eso vale la pena verlo.
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