El texto decía “Ave de pico encorvado, le tiene al robo afición, más el hombre de razón no roba jamás un cobre, pues no es vergüenza ser pobre y si es vergüenza ser ladrón”.

Antes de Navidad fui a un almacén a comprar ciertos repuestos. Por la prisa que tenía no me di cuenta si un cable que llevaba lo dejé en ese lugar o se lo sustrajeron del carro. Esta semana, volví por el local en cuestión, para comprar cable nuevo pero antes se me ocurrió preguntarle

al empleado si no se me quedó el cable en el almacén. Me quedó mirando un momento, me hizo una pregunta y me dijo “aquí lo dejó, ya se lo traigo”.

Agradezco al joven que me evitó la compra innecesaria con el consecuente gasto. Puedo asegurarle que se ganó un cliente y un amigo de por vida. Muchas veces podemos ver con malos ojos a Judas que por treinta monedas vendió a Cristo pero no nos damos cuenta que a veces nos vendemos por mucho menos. Hoy nuestro país necesita no solo de políticos honestos, sino de ciudadanos honestos. Y usted ¿ya fue honrado hoy?